RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

18 sept 2013

D E L I C A T E S S E M

No dejo de darle vueltas y vueltas; no puedo evitar que constantemente me venga a la cabeza esta curiosa palabreja: DELICATESSEM.

Cada vez leo más cosas relativas a los cada vez más numerosos corredores que prefieren entrenarse y competir rodeados de montañas en vez de hacerlo por los prados o el asfalto; y me he percatado, o al menos esa es mi apreciación personal, de que son muchedumbre los que atesoran una calidad fuera de lo común en este tipo de materias.

No podemos olvidar que aquí todo hijo de vecino, cuando se lo curra como es debido, sufre. No es un dolor o una enfermedad o un trastorno físico al uso, y sin embargo es una mezcla de ambos, solo que la diferencia radica en que es un castigo al cuerpo, intencionado, deliberado; provocado conscientemente, cuya finalidad consiste en alcanzar un objetivo concreto, que debería superar con creces esos sufrimientos intensos que habitualmente denominamos “tormentos”, acumulados a lo largo de horas, días, semanas, meses y años de duro entrenamiento.

En algún otro artículo les he denominado “Toreros de las Montañas”; y quede constancia una vez más, que aquí van incluidos todos, es decir ellas y ellos; los buenos y los malos y hasta los más pésimos, esos que se denominan a sí mismos , la purrela, la brizna, conscientes de que no se ven capaces de alcanzar determinados niveles, pero conscientes de que sin su participación, los demás no serían nada de nada.

Son muchos los objetivos y muchos los protagonistas y es ley de vida que unos se acerquen mucho, otros poco y algunos nada. Cuanto más se alejan de su objetivo, mayor es el padecimiento. Es este otro tipo de dolor, tal vez más importante y con mayores consecuencias que el provocado por duros entrenamientos; pues lo físico, hablando de situaciones normales, si no es en un día se solucionará en una semana o en un mes; estamos hablando de un dolor que aún estando localizado en un lugar imaginario, se siente como una terrible quemadura.

Al final resulta que todos somos humanos, todos sabemos lo que es el sufrimiento, la alegría, la decepción. Decepción; curiosa, palabra que nos llega del latín y cuyo significado es: “engañar”, y que ahondando un poco, podemos descubrir que tiene una intensa relación con la infidelidad; y es que resulta que nos somos infieles a nosotros mismos, osea, que nos engañamos convirtiendo en nuestra mente situaciones solo probables en reales; hacemos cábalas sobre el futuro, pero resulta que no somos dioses y a veces no salen las cosas como las habíamos imaginado o calculado.

Y de entre esos “todos”; existen grupos reducidos; a veces individualidades, que destacan poderosamente del resto; entren por delante por el medio o no entren, siempre sonríen como si todo hubiera salido perfecto; como si estuviesen en un nivel superior; alguno incluso se permite el lujo de dar una voltereta, aún no se si para demostrarse que una vez más lo ha hecho, o para deleite de los observadores; el caso es que lo hace, y por ese gesto se le conoce y reconoce .

Cada día estoy más convencido de que esta gente, estos “toreros”, forman parte de un grupo selecto de habitantes de este planeta; que están capacitados para adaptarse a las peores situaciones posibles; son el néctar y la ambrosía con la que se deleitaban los paladares griegos más selectos y elevados; son, lo que en este país, hemos denominado un “bocato di cardinale”, en definitiva, para entendernos, la “crème de la crème”, osea: DELICATESSEM.