Probablemente,
solo unas pocas horas serían suficientes para comprobar que hay
situaciones en las que pocos seres humanos podríamos vivir y no
digamos ya sobrevivir.
Cuando se
carece de recursos vitales, como el agua, la comida, medicinas, o un
mínimo techo, la vida seguramente se ve de otra manera.
Cuando están
prohibidas hasta las posibilidades de autosuficiencia, te culpan y no
sabes de qué y parece que el mundo está contra ti; tal vez solo
quieras desaparecer.
Cuando se
tienen limitados los movimientos, o el acceso a recursos como la
educación y actividades consideradas en cualquier parte normales y
hasta razonables, el día a día tiene que resultar, muy, pero que
muy complicado.
Cuando
alguien más fuerte que tú, se queda con tu casa y con tus tierras;
solo una pequeña parte de ti se traslada contigo, la otra
seguramente se queda allí pisoteada por los invasores.
Cuando
alguien se siente manipulado y vigilado a todas horas, y percibe como
el odio de sus vecinos le penetra, te debes sentir como un animal
enjaulado.
Cuando se es
perseguido, y a veces torturado diariamente física o
sicológicamente, te plantearás, si vivir así merece la pena.
Cuando se ve
morir a los amigos, vecinos, familiares ancianos y niños
despedazados o muertos por cientos, tal vez si eres creyente reces,
si no lo eres, puede que pierdas la razón.
Cuando se es
objetivo de las balas o las bombas y las múltiples heridas te hacen
gritar de dolor mientras te espera la muerte; entonces, ¿se tendrá
aún capacidad para albergar sentimientos?
No, no nos gustaría saberlo.
No, no nos gustaría saberlo.