RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

12 jul 2014

PERFECTIO

CRÓNICA ALEGRE DE UNA RETIRADA

Me llamo Raúl; llevo ya un par de años en esto de correr, tengo que reconocer que he mejorado mucho desde mis comienzos, pero si he de ser sincero, estoy lejos del nivel que busco.

Entreno todos los días como un negro, me machaco las piernas y los brazos en mis sesiones de gimnasio, destrozo las zapatillas más caras en mis entrenamientos, por asfalto, hierba, tierra, roca o barro; voy al osteópata, dos veces por semana y una vez al mes al sicólogo; me gasto un pastizal en un endocrino y en un preparador físico; me hago análisis una vez al mes y tomo todos los complementos que me piden, pero de un tiempo a esta parte, noto que no avanzo.

Lo cierto es que últimamente me suceden cosas un tanto extrañas; y para colmo, cada uno me cuenta una película diferente de lo que me ocurre.

El sicólogo, me dice que tengo que enfrentarme a mis miedos, el entrenador que todo va bien, el nutricionista que perfecto, y el osteópata que me nota algo tenso, pero ¿cómo no estarlo?

Por el contrario, algunos de mis amigos me dicen que el sicólogo, el entrenador y el nutricionista no tienen ni puñetera idea; que es evidente, que estoy en los huesos desde que me he metido en esta historia, y que eso no puede ser bueno. Que tengo la cara chupada y me ha cambiado el humor; en definitiva que soy la versión cascarrabias del que era.
Tal vez tengan algo de razón; de modo que he decidido parar y recapacitar.
Al principio no me preocupaba de nada, salía a correr y aunque me llevó mi tiempo, pronto me vi capaz de estar corriendo alrededor de una hora sin cansarme demasiado. Más tarde fui capaz de ganar a grandes corredores, pero no era por ellos por lo que me ilusionaba, sino por alcanzar mis propios límites, y el modo de lidiar con mi sufrimiento personal.

He meditado mucho, y comprendo, que me he vuelto demasiado exigente conmigo mismo, puede que me haya apartado un poco del lado espiritual para centrarme en cosas materiales; incluso tengo que reconocer aunque me cueste, que últimamente, me dedico a proyectar pensamientos sin control que a lo único que me llevan es a ver gigantes en vez de molinos.

Me he obsesionado algo con buscar la perfección, he tratado de abarcar muchos frentes, me he dejado llevar por la vorágine de carreras y carreras, me he dejado querer por el ritual de la fama y me he olvidado de lo que realmente buscaba con esto de correr.
Ha sido una dura semana de meditación, pero finalmente he comprendido que no es la perfección, lo que debemos buscar en la vida, sino la aceptación de lo que somos.

Tal vez vuelva a competir, pero cuando lo haga, será de acuerdo a los ritmos que mi cuerpo me pida; correré como antes con una sonrisa en la boca y no un rictus de amargura y sufrimiento.

Mi objetivo ya no será estar con los mejores, ni mejorar marcas o puestos, sino disfrutar como un niño, pasármelo bien, siendo capaz de captar lo que hay a mi alrededor; de sentirme libre, de volar.


Los demás que hagan lo que quieran.