RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

30 ene 2015

K A I R Ó S

Kairós


Hoy me he levantado animado, con ganas de repetir viejas experiencias, todo está listo para que nada falle, de modo que comienzo el día con un desayuno que dadas las circunstancias, no se muy bien porqué, disfruto muy por encima de lo habitual.


He observado que en ocasiones como esta, el tiempo es como si se hiciese de goma, y todo alrededor, incluso yo mismo se ralentiza, sucediéndose los actos uno tras otro sin interrupción, pero con cierta parsimonia no exenta de determinada alegría enmascarada sobre el rostro de “a diario”.

Los gestos se vuelven como si antes de cada uno de ellos se produjese una meditación previa, si utilizamos la cuchara no solo se llena menos, sino que se introduce en la boca con cierto deleite y el acto de masticar se convierte en una verdadera danza en la que cada movimiento pertenece al TODO.

Estoy hablando de un lapso de tiempo poco definido (ese que se nos escurre entre los dedos) en el que se es consciente que está sucediendo algo importante, dando también la impresión de que vivamos esa sucesión de instantes desde la indiferencia de un jugador de pocker.


En la filosofía griega, existe un concepto denominado kairós, que podríamos definir como “el momento ideal”, un instante que ineludiblemente va asociado a un cambio y al modo en que este nos pueda afectar.

El día ha transcurrido agradablemente, he ultimado hasta el último detalle y he tenido la precaución de no dejar nada para el último momento, a sabiendas de que los pequeños detalles a veces nos pueden jugar malas pasadas.

A última hora he tenido que salir a hacer una gestión y el cambio se ha producido, un pequeño picor en la garganta, seguido de algunos escalofríos y pequeñas molestias musculares me han indicado que algo no va bien en mi organismo, pero se que preocuparse no sirve de nada, de modo que he seguido actuando como si tal cosa.

Con las horas el estado febril en que me encuentro me invita a pensar que los proyectos tal vez se queden en meras intenciones, que el material que pensaba estrenar mañana, tal vez se quede en el armario, y que yo mismo que ya me veía montaña arriba, montaña abajo, es más que probable que me tenga que quedar en casa.

El cambio, efectivamente se ha producido, pero el kairós sigue ahí; de modo que ahora me voy a tomar un chocolate caliente y tumbado en el sofá seguiré leyendo mi último libro y disfrutando del momento, al tiempo que me recordaré a mí mismo, que mañana será mañana, y este instante el AHORA.