RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

3 may 2015

SUCESOS QUE NUNCA SUCEDEN



En una ocasión, trabajando en una empresa de nivel internacional, y ante un acontecimiento que podríamos considerar gracioso si no fuera porque no dejaba de entrañar cierto peligro para los viajantes de la marca, a la par que dejaba muy mala impresión a los mismos debido a las prácticas fraudulentas que utilizaba el responsable de ventas, decidí hacer una llamada al más alto cargo a nivel nacional.

Tengo que decir que me extrañó bastante recibir una rápida respuesta en l que se me citaba para una entrevista urgente en la sede provincial.

Me encontré con un hombre de mediana estatura, bien arreglado, con su chaqueta y corbata, y con un trato cordial que hacía presagiar una rápida solución a los problemas por mí detectados.

Después de la presentación de rigor y tras interesarse por mi actividad laboral y mi vida particular, aquél hombre me dijo “adelante te escucho”.

Comencé mi estudiado discurso con mucha calma, tratando de ordenar lo ocurrido cronológicamente, dando al mismo tiempo a cada suceso la gravedad correspondiente, pues estábamos hablando de un tipo, que no era bien recibido en varias localidades por dejar a los clientes productos que en algunos de los casos no llegaron a funcionar nunca.

El hombre escuchó sin decir una palabra hasta el último dato que le proporcioné, y cuando ya no había más que contar habló el.

Comenzó más o menos así: “en esta empresa nos gusta tener gente como tú que se preocupa por el futuro, gente con iniciativa” y continuó ofreciéndome la posibilidad de un traslado a la capital, pues preveía en mí una brillante carrera. Una vez dicho eso, pasó al asunto del delincuente y ahí es donde se me rompieron todos los esquemas y donde pude observar cómo funciona esto para algunas personas, pues me dijo que si bien no dudaba de la veracidad de mis comentarios, yo, debía tener en cuenta que en la zona (que englobaba varias provincias), el número uno en ventas, era precisamente aquél al que yo denunciaba, y que la empresa no estaba dispuesta a perder un vendedor de ese calibre, pero que por supuesto ya le había citado para hablar con él.

Traté de explicarle que algunos vendedores habían sufrido las consecuencias, en forma de amenazas y en algún caso de lesiones a causa del hartazgo de algunos clientes que llevaban más de un año denunciando sus situaciones particulares, pero de nada sirvió.

Sin decir una palabra más, cogí la puerta y me largué dando por finalizada mi relación con la empresa.

Años después he podido comprobar cómo en la política se producen situaciones similares, de modo que hasta en los propios partidos, aquellas personas que denuncian con la intención de mejorar las cosas, son o bien invitadas a “prosperar”, o bien se les da de lado, o en el peor de los casos se les expulsa del partido.


En mi opinión particular, esas son casi en exclusiva las únicas personas dentro de la política que merecen la pena, pero en este juego de tahúres, o haces trampas o te buscas otra cosa y desgraciadamente, por lo que se ve una gran mayoría prefiere la primera opción.