LA FELICIDAD DEL NAUFRAGO
A veces ocurre que van
tan a gusto en la barca que no caen en la cuenta de que la barca hace
aguas, que los remos están ya tan gastados que piden otros nuevos, o
que el barquero lleva toda la noche remando y ya no puede más; es
así como toda esperanza desaparece y los cuerpos se van con
exasperante lentitud al fondo incluso en las aguas más mansas.
Otras veces por el
contrario, encontramos lugares remotos donde incluso los que
naufragan lo hacen disfrutando, donde todo transcurre por la vereda
de la alegría, del placer, de la diversión, del compartir y
regalarse una hermosa mañana de domingo.
El día 9 de agosto,
ocurrió en Villalfeide, un pueblin camino del norte de León;
ocurrió que el tiempo transcurría ajeno al devenir diario, por un
lado lento, pausado y vertiginoso al mismo tiempo por el otro.
En el mar hay muertes,
aquí en la montaña, gente que resucita. En el mar todo el mundo
evita irse a las profundidades, pero en la montaña ocurre justo lo
contrario, en ella lo abismal se busca con ahínco.
Trepar por los riscos
cuesta, pero al mismo tiempo da placer y la meta final es alcanzar
ese fondo que aquí suele ser azul, y que todos llaman la cumbre, o
cima, en definitiva; la parte más alta de la montaña.
Algunos probaron hace
años y han sido sometidos por el aire, la tierra el propio esfuerzo
y las gentes que habitan estos lugares que estos días se vuelcan
para que todo les resulte agradable a los corredores; para que no
duden en retornar en años venideros y parece que lo están
consiguiendo con cada edición de una carrera que ya es referencia
fuera de León: “Villalfeide Polvoreda Carrera por
montaña- Campeonato de Castilla y León”.
Hay quien le tenía ganas
(eso dicen), y ahora que lo han catado
quieren volver a probar el año que viene, el implacable crono dejó
gente fuera, pero mientras duró disfrutaron tanto o más, como el
que llegó primero, de modo que incluso los que no tuvieron la
fortuna de su lado se sienten realmente afortunados.
Ahora sería el momento
de la crítica veraz y constructiva, (no de esa
barrio bajera y envidiosa que algunos utilizan para elevar su pobre
autoestima) pero parece que las quejas brillan por su
ausencia.
¡Mejor que mejor!.