RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

28 oct 2016

LA CARGA



Genaro está un poco nervioso, intenta mantener permanentemente un rictus que infunda alegría, tranquilidad, incluso pasotismo de cara al público, pero en su fuero interno e incluso en el externo si lo hubiera; sabe muy bien Genaro que esa preocupación tiene su origen en un acontecimiento que tendrá lugar mañana mismo.

Genaro no está solo, incluso a los ojos de cualquier espectador casual, se diría que está muy bien acompañado. Son chicos y chicas jóvenes, de aspecto sano e incluso con pinta de atletas consumados, y lo curioso es que una observación medianamente rigurosa delataría en alguno de ellos esa misma mueca, el mismo gesto que Genaro quiere infundir.

Uno diría que forman parte de una secta, porque tanto chicos como chicas visten idéntico uniforme y sin embargo parecen gente totalmente normal.  

Da la impresión de que algunos están excesivamente delgados, y aunque todos se esfuerzan por confraternizar alguno de ellos, no puede evitar cierta palpable tensión en la frente, en los hombros o en la mandíbula.  

Algo en el aire delata cierta complicidad y al mismo tiempo cierto recelo y sin embargo alguno destaca sobre los demás por su calma, por su tranquilidad y de no vestir la misma ropa uno se imaginaría que se trata de un turista cualquiera que ha recalado por casualidad en este hotel.

Hablan cuando comen, hablan cuando se sientan en el sofá del hotel, hablan cuando salen de paseo, de cuando en cuando aparecen las risas, y sin embargo se presienten los silencios, las actitudes pensativas, y cierto aire de estar y no estar que podríamos identificar con algún tipo de droga blanda.

Multitud de gestos les delatan, se rascan a menudo, se tocan la tripa, intentan soltar hombros cuando se dan cuenta de que están tensos, y con alguno hasta podríamos hablar de hiperactividad.

De todos modos con esos rojos y amarillos, destacarían en cualquier parte sobre los demás. Al parecer hablan de montañas, de llanos, de subidas encrespadas, de bajadas técnicas, de largas distancias, de tácticas y negociaciones con los kilómetros, de paciencia y de darlo todo.

No hablan de resultados, porque en el fondo, todos tienen un mismo temor, que todo el trabajo de estos meses previos puede irse al traste por cualquier circunstancia inesperada.

A mí me gustaría decirles que salgan a empaparse de naturaleza, de solidaridad, de humildad ante el espectáculo tan grandioso que verán sus ojos mañana. Que el resultado carece de importancia, que llegar el uno, el siete, el trece o el cincuenta y siete no variará sustancialmente sus vidas más allá de unas horas o unos días. Y que intentar cabalgar a lomos del éxito, nunca ha funcionado, porque siempre el caballo termina tirando al jinete al suelo.