RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

23 nov 2016

EL CURRELO


Son las once de la mañana y aquí estoy en el pueblo con la pata colgando de la polea que usaba mi abuelo para subir los sacos de grano al pajar.

Coño, pero que te pasó Davide (dirán algunos)
Se debía pensar que esas cosas solo les pasaban a los demás. (dirán otros).
Qué putada chaval (dirán los más condescendientes)
Qué suerte tú, el brasas lesionado (pensarán otros para sí)
Que piensen lo que quieran (diré yo).

Hombre, así a bote pronto, lo lógico sería que me hubiera “lesionado” en alguna de las carreras que hago a menudo, bajando una de esas cuestas peliagudas que nos meten los organizadores, en uno de esos barrizales donde no hay dios que se tenga en pie, o en uno de esos “riachuelos” que acostumbran a acompañar a muchas carreras, donde parece que le han dado jabón hasta a la última de las piedras.

Tampoco fue una sobrecarga por machacarme sin parar y sin control como hacen otros, ni por favorecer descontroladamente unos músculos en detrimento de otros como hacen algunos que abusan del gimnasio.

¿Entonces? (Os preguntaréis).

Pues en el currelo; una tontería, una bobada, una casualidad de esas que se nos presentan en la vida de repente.

Suelo llegar al tajo con el relente; bueno, más que relente lo del otro día era pura helada. Trabajo con varios compañeros en el sótano de modo que todos los días me toca lidiar con 16 escalones, que no es que sean muchos, pero suficientes. El caso es que nada más entrar por la puerta solté un juramento, que hasta el jefe salió de su despacho (ese madruga más que yo). 

-Me caguen “tal” dije yo.  ¿Es que ya no tenemos ni para calefacción en esta “p”. casa?. 

Me estaban llevando los diablos, así que bajé a toda prisa a cerrar las ventanas (como hago siempre), y cuando llegué a los peldaños que están frente a la ventana, me pegué tal sopapo sobre el hielo que se había formado, que aún no se como estoy vivo.

-¡Ay! ¡ay! El señor Davide que se nos ha matao. (Escuché gritar a la señora de la limpieza que se estaba a punto de marcharse para casa). 

-Trece vueltas de campaña ha dado el pobre hombre (dijo después).

Pues ahora ya lo saben, por lo visto, en una de las vueltas, pegué con la pierna en el techo y ese fue el asunto que me tiene ahora con la pata al bies.

Ya verás como ahora viene algún listillo diciendo que no se lo cree. Pues que sepa que no me cuenta nada nuevo. 

Yo tampoco me lo creo.