Hoy soñé que me
levantaba terriblemente asustada, tenía la ropa húmeda y un sudor
frío recorría los surcos de mi frente; mi espalda completamente
empapada daba muestras de una tremenda pelea con alguien o algo del
más allá. Fui al baño, encendí la luz y la silueta perfecta de
una mujer de una belleza serena y mirada penetrante se apareció en
el espejo y me dijo “no te preocupes ya ha pasado todo”.
Me quedé mirando aquella
figura como una bobalicona, y tardé un tiempo en comprender que toda
aquella hermosura, toda aquella perfección y esa seguridad en la
mirada eran mías, totalmente mías y pude seguir soñando
tranquilamente.
Caminando por calles
irreconocibles, me encontré en una esquina con Dolores, la pobre
estaba hecha una pena; un ojo a la virulé y moratones por todas
partes eran la prueba evidente de que algo no había ido bien aquél
día en casa.
No era la primera vez, de
modo que aunque me dio muchísima pena, no me extrañó lo más
mínimo y me ofrecí a llevarla a mi casa ya que denunciar se
encontraba a kilómetros de distancia en su vocabulario y a años luz
en sus intenciones.
No habíamos dado dos
pasos cuando apareció por una esquina el Luciano conduciendo como si
de un gran premio se tratara. Por lo visto llevaba un rato buscándola
desesperado de amor (seguramente).
-“Vamos Lola, sube
cariño que no son horas de andar por ahí tu sola”.
Yo no se que la dio, si
sería el tenerme a su lado lo que provocó toda aquella retahila de
insultos a cual más fino, y terminando la tirada con un “ a
casa te vas tú que esta menda ya tiene con quien pasar la noche sin
sobresaltos”. No puedo negar que a cada minuto estaba más
acojonada. El Luciano que sale del coche, la agarra del brazo y “que
he dicho que vamos pa casa” y yo sin saber que hacer.
Cuando Dolores entre
tiras y aflojas parecía que cedía, me acordé de la fuerza que
desprendía la dama del espejo, pensé que era yo y me entró una
cosa que no puedo explicar con palabras, pero soltándole al Luciano
un manotazo en la mano con la que sujetaba a Dolores, le dije: “mira
guapo, esta noche tu Lola se viene conmigo y si tienes alguna duda
nos vamos directas a comisaría y explicas allí por donde se te fue
la hombría”.
Desde aquél día nuestras vidas
cambiaron de rumbo; Dolores volvió a casa, pero solo para recoger
sus cosas y de vuelta a la mia, aunque le costó lo suyo y al
Luciano le salío bien barata, puso una denuncia; yo por mi parte me
encontré a mi misma que es más de lo que me imaginaba que podría
suceder en un sueño.