RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

24 abr 2018

IR DE LISTO


No habían dado las cuatro de la madrugada y ya estaba tocándome la pera el cabrón del despertador, yo busca que te busca y ni pa tu tía y justo cuando apareció entre las sábanas ya le estaba dando de leches el tonto del vecino a la pared, ¡A la mierda le grité!, ¡capullo!, ¿no ves que no lo encuentro?.

Ya me puso de mala uva el pelamonas este; ya verás como cualquier día llamo a la puerta y en cuanto asome el morro ¡zas!, leche que te crió en esa nariz de pajarraco que tiene, que como le de por crecer solo un poco más, se le mete a hurgar en la boca.

Me costó lo mío, pero al poco ya se me pasó el azogue y recordando aquel dicho “vísteme despacio que tengo prisa”, comencé por los calcetines de goretex, los calzones largos, la xxxl, y en fin, toda la parafernalia, que los cazadores somos como los toreros para esto de ponerse guapos. Las botas las guardaba para esta ocasión, una pasada de precio, pero me dijo Hernando el de Villadangos que eran lo mejor de lo mejor y yo para estas cosas no miro el dinero. Lo cierto es que me costó anudarlas hasta arriba, porque llevan unos cacharros más raros que el ojo de Don Diego, que nunca sabes pa onde mira, pero al final último examen ante el espejo y aprobación por mayoría.

Decir que iba guapo es quedarse corto, en cuanto me vean el Damian y el Inocencio se me quedan con la boca abierta y no abren el pico en toda la mañana. Un cazador que se precie, debe saberse de memoria el ritual de aparentar, disfrazar, esconder y sobrevalorar cuando se tercie y por supuesto el engaño hay que practicarlo a troche y moche, como los políticos de ahora.

Si la pieza es pequeña será grande, si su escopeta tira dos, la tuya seis, y sobre todo no errar nunca el tiro, ni volver a casa nunca de vacío, que entonces pa tí tienes. Entre nosotros todo quisque sabe por ejemplo que el tío Nicasio que no juna un pijo, lleva toda la vida echando mano de su cuñao que tiene carnicería casi desde que endenteció.

El que más y el que menos sabe de que palo van los demás, que ya son muchos años gastando suela por esos labrantíos, montes y secanos de toda la provincia.Entre nosotros todo vale, menos ir de listo que eso siempre se paga rápido, y a la que te descuidas ya estás dando el cante o cosa peor.

Precisamente el Inocencio estaba el día de lo de Tobías. Tobías es el hijo de Genaro el herrero, dicen que el capital les venía de muy antiguo, cuando su tatatarabuelo se dedicaba a hacer guardapiés a las paisanas de la época, de modo que era de los pocos del pueblo que pudieron ir a estudiar al seminario. El caso es que un día que le dieron vacaciones, salió de caza al jabalí con los del pueblo a regañadientes de unos cuantos que al parecer ya conocían el paño. No llevaban ni media hora y ya se estaba quejando de que si la calor, que si las botas, que si menudo barrizal, con lo que tenía aburrido al personal.

Alguno intentó darle consejos porque se veía a la legua que ese arma no se había disparado en la vida, de modo que el que más y el que menos buscaba cobijo tras un roca, tras un castaño o lo que por allí hubiera. Y bien hicieron todos, porque a las primeras de cambio, con el aviso del primer jabalí rondando, se puso el Tobías tan nervioso que comenzó a disparar a diestro y siniestro con los ojos cerrados y dió buena cuenta del perro guión, de un zarcero y dos sabuesos, amén de la pierna de uno de Antimio de Abajo que se había sumado al grupo por pura casualidad.

Al Genaro se le dijo que al no estar acostumbrado se había dado con una rama grande y de ahí lo del filete para el ojo, y el moratón en la barbilla. Inocencio por su parte, nos recordaba lo que le había dicho su padre antes de salir de casa: “Hijo, ten cuidado que no hay tonto que no se tenga por listo”

16 abr 2018

ANSIEDAD



Esta vez vamos a hablar de la ansiedad, que es uno de los ingredientes más habituales en nuestras vidas, tanto en lo deportivo como en cualquier otro campo y no precisamente de los más deseados. No estamos hablando de ese tipo de necesidad que se menciona en aquella famosa canción de aquél utópico cantante empeñado en que le pintasen angelitos negros; más bien hablamos o mejor escribimos sobre zozobra, agitación y gran malestar originado por algo que deseamos conseguir cuanto antes con el inconveniente de que aún sabiendo que está a nuestro alcance, nos asaltan dudas razonables, hasta el punto de suponer un enorme freno para la consecución de nuestro objetivo.



Lo observamos constantemente en el campo deportivo, donde en demasiadas ocasiones ese freno se convierte en un impedimento tan grande que llega a imposibilitar la realización de la práctica deportiva en la modalidad de competición. Te encuentras con atletas que atesoran unas cualidades extraordinarias, capaces de realizar las mejores marcas en los entrenamientos que luego se ven incapaces de trasladar a la competición; y curiosamente, (a modo de anécdota) con todo lo contrario; deportistas que entrenan en modo minimalista y compiten como si llevaran machacándose toda una vida obteniendo a pesar de esa ausencia de método y de entrenamientos, resultados deslumbrantes.



Ese anhelo, esa desazón, ese afanarse mentalmente por obtener lo que se desea en vez de darse el tiempo necesario para que llegue; lo podríamos resumir en una frase de todos conocida: “ardo en deseos de...”. Y es que efectivamente, nos quemamos por dentro, arde también la mente y entre más leña aportemos a la hoguera, más se aleja ese objeto de deseo de nuestras manos.



Una cosa es afanarse y obtener el máximo rendimiento a base de mucho trabajo, dedicación y esfuerzo y otra sobrepasar ese límite comprensible de querer llegar a alcanzar una meta; y es que cuando lo superamos, perdemos contacto con la realidad física y nos trasladamos a un plano síquico en el que todo vale y en el que el primer enemigo es el miedo que emana de nosotros mismos; aquél famoso “ y si...” por lo hablar de esa autosugestión de la que nos hablaba Emile Couet donde nos enseñaba a transformar lo negativo (cada día estoy peor) en positivo (“cada día estoy mejor, mejor y mejor”).



Pues eso, comencemos el día con buenas consignas, halaguemos esa primera imagen que todas las mañanas vemos en el espejo, desechemos los pensamientos negativos, cambiemos los hábitos nefastos por otros más agradables, busquemos metas razonables, y sobre todo, huyamos de la idea de ser dioses en nuestro pequeño universo; de ese modo, la ansiedad, a fuerza de pasar hambre buscará otros destinos donde alimentarse mejor.

1 abr 2018

IN ILLO TEMPORE



Soy un consumado deportista; tras años en la élite he caido en la cuenta de que ya no me excita escuchar comentarios sobre mis éxitos y si he de ser sincero, me duelen más mis fracasos pasados que los actuales. Aún me encuentro entre los mejores, pero mi única y fingida ilusión es seguir codeándome con esa minoría selecta a la que no podrán acceder nunca la mayor parte de los mortales.

Creo que me lo he ganado, y nada tengo en contra de los que jamás lo conseguirán, solo que este modo de vida, no me ha sido dado por ninguna poción mágica, ningún filtro ni cualquier otro bebedizo; no he conocido hechiceros, magos ni nigromantes que me hayan preparado el camino, solo yo con mis fuerzas, con mis ganas, mis ilusiones y creo que debo incluir a mi entrenador, aquél con el que dí mis primeros pasos, porque en aquél tiempo lejano, no había diferencia alguna entre salir por los senderos, o por los barrizales, ni tampoco entre salir en un hermoso día de sol o con el diluvio universal sobre mi cabeza.

Zurrarme la badana cada día era un más que un deseo una necesidad, un acontecimiento sin el cual mi vida carecía de sentido, por eso mismo me dejaba la piel generosamente en cada entrenamiento, por eso mismo hacía lo que se me mandaba sin rechistar, y ese era el motivo que me permitía terminar jadeando como un perro las últimas series con el cuerpo hecho trizas sabiendo que con cada uno de esos intensos sufrimientos, era más dueño del inmenso poder de mi mente.

Aunque hubo épocas en que me molestaba entrenar solo, al final comprendí la gran diferencia que existe entre salir con otros o en soledad. Tardé tiempo en darme cuenta de que cada compañero de entrenamiento suponía una distracción más a mi falta de concentración; de modo que cuando llegué a cierto nivel tomé la decisión de que al menos el noventa por ciento de mis entrenamientos fueran en solitario, y dejar solo algunos de menor importancia para rutear con los colegas de turno.Casi a partir de ese instante, comenzaron a llegar mis primeros resultados importantes, y de ahí que siga entrenando la mayor parte del tiempo solo, aunque a veces coincida en entrenamientos con otros colegas de la pista o los senderos.

Soy un profesional, y como tal me debo a mis patrocinadores, a mi federación, mis médicos, mis fans y en general a todos aquellos que han “ordenado” mi vida de tal forma que mañana toca levantarse a las siete y media, tomar la pastilla de tal o cual, una tostada con … el jueves revisión, el sábado masaje y el domingo entrevista en la tele local.

Este mismo fin de semana tengo un campeonato importante y he tomado la decisión de no ir, porque no me veo, se que no estoy mal de forma, se lo mucho que me juego, pero me imagino corriendo y no siento ningún ánimo; en realidad estoy entrenando como un autómata, es decir sin ningún tipo de sentimientos y no me gusta.

Dice mi actual entrenador que hay que dejarse de niñerías y que hay que pensar en las becas, en las medallas, en el currículum y el prestigio que me daría ganar una vez más esta prueba de cara a mis patrocinadores; me dice también que lo haga por mi ciudad y mis admiradores, que me jalean por el tuiter, el guasap y otros medios; que qué van a decir si no compito. Por un momento me asalta la duda, pero lo único que me viene a la cabeza es aquél tiempo ya tan lejano en que sonreía tanto.