Se comenta por ahí sobre este pueblo que en
tiempos de moros y reconquistas; un tal Alfonso IX hizo alusión a
que era tan difícil echar a los moros de la zona como cazar un oso
vivo. Ya ves que cosas tenían aquellos reyes; poco podían imaginar
que con el tiempo otros reyezuelos (ellos o sus sirvientes) acabarían
cazando hasta elefantes).
Los vecinos de Colinas que dicen que eran de
esos echaos palante, ni cortos ni perezosos salieron de caza y
presentaron el troféo al rey y como postre hicieron huir a los moros
del lugar; siendo correspondidos con ciertos privilegios (que a saber
que fue de ellos). No obstante los vecinos agradecidos por no tener
que ir a la guerra y otras cosas, regalaban un oso al señor del
lugar (el mánager del rey por aquellos lares) que residía por aquél
entonces (mira tú por donde) en Bembibre.
Entre medias un tal Martín Moro Toledano (no se yo si
moro de apellido o toledano de descendencia) andaba a la gresca por allí con un tal Santiago, al
que por cierto hicieron una ermita en el Campo, que creo que aún no
ha desaparecido, el caso es que al final uno quedó para los anales
como parte del nombre tan largo que tiene el pueblo y al otro le
hicieron coplillas que ya se sabe lo necesitada que andaba entonces
la peña de rimas:
Señor Santiago bendito
que de los cielos bajaste
veinticinco mil moros mataste
en el campo de la victoria.
Y ahora te vas a los cielos
con los santos y la gloria.
Luego al parecer hay otras historias menores; se
habla de la Agustina berciana, una leonesa de esas tierras que como
la de Aragón, tenía más atributos que cualquier varón. Al parecer
un día ni corta ni perezosa, harta del pasotismo de sus paisanos,
armada solamente con un palo y el cuchillo de descuartizar osos y
otras alimañas se echó al monte y cuando avistó la morería en voz
alta les hizo saber que retaba al guerrero más audaz del grupo. Las
risas y los chistes fueron estruendo hasta en Burgos, pero ya sabemos
como se las gastan las féminas cuando algo quieren y al final
mandaron al asunto a un bigardo de casi dos metros, que nada tenía
de fraile ni de holgazán. Es el caso que la moza (la Paqui la
llamaban), de tres certeros tajos dejó al mastuerzo sin poder
utilizar más que el brazo derecho, tras lo cual dándole la cachaba
que la Paqui llevaba siempre consigo le dijo, anda nene vuelve por
donde has venido. Y cuentan también que de la vergüenza, no quedó
por los alrededores ni un solo moro y no se les ha visto desde
entonces por allí que se sepa. Por cierto, a la Paqui, ni coplas, ni
nombres de calles ni nada de nada (cosas de machistas supongo yo).
Tengo que decir si he de ser sincero, que no se
si será la cosa como la cuento o parecida porque confieso que el día
que me la narraron estaba yo un poco bebido; no obstante si alguien
quiere saberlo con certeza, que le pregunten al tío Catoute, que
seguro que lo junó todo y si no les respondiera, porque a veces es
un poco borde, siempre les queda subir a Arcos del Agua, que si no lo
cuenta el uno, seguro que lo cuenta el otro. Y como tercera opción si las alturas les marean, póngase ustedes en contacto con un tal Don Ramón Otero que parece ser que es un conservador de montes e historias excepcional.