Hay ocasiones en que las palabras hacia
los otros sobran; los gestos sobran y hasta los abrazos están de
más. Hay que evitar seguir la ola porque lo único que se precisa,
son el silencio, la quietud, y la calma. No debemos molestar, debemos
pasar desapercibidos porque el dolor es un proceso necesario aunque a
veces sea insoportable e interminable.
Pero una vez pasado un tiempo
prudencial, cuando el dolor ya sea latente, cuando ya no se escuchen
los murmullos mediáticos tal vez estaremos listos para pasar a la
acción; no desde la rabia ni el rencor, sino desde la más aguda de
las perspectivas; porque algunos de esos padecimientos que nos acosan
o se evitan desde su origen o nos arriesgamos a que se repitan.