RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

22 jun 2019

S U P E R B I A



Fue Darío de toda la vida, mi mejor amigo; nos conocíamos desde niños, ya que las desgracias de la vida, nos obligaron a compartir madre.

No era Darío de los pusilánimes, no, que va; ni medroso, ni tímido, ni blandengue, ni nada de eso, no se achantaba ni ante media docena de tíos que le doblaran la edad, y si algo no soportaba era la sola idea de que alguien le pudiera considerar un cobarde o un miedoso; en cuyo caso por h o por b, irremediablemente acabábamos a tortas; y digo bien, “acabábamos”, porque como siempre íbamos juntos..; de modo que sin ton ni son, te encontrabas metido en un fregado del que si bien no te hacía maldita la gracia, al final parecía reforzar nuestros vínculos de amistad.

Lo de las fiestas de los pueblos era temible, pero al fin y al cabo, se podría decir que era mi sino y había que templar gaitas y apechugar.

A veces por ese carácter suyo tan difícil de controlar, discutíamos y en un par de ocasiones llegamos a las manos, pero como ninguno de los dos éramos rencorosos, al final ambos volvíamos al redil; aunque he de decir que su orgullo no le permitía jamás ser el primero en dar el paso.

Poco a poco fuimos creciendo, en los estudios ninguno era un hacha, pero mal que bien nos defendíamos y pasábamos de curso; yo siempre me creí más listo que él, y sin embargo un año me tocó repetir y desde entonces siempre fue un curso por arriba, con lo que las peleas eran más habituales y cuando no era un ojo, era un moratón en la barbilla o en cualquier otra parte, con lo que en el aspecto físico para mí esos pocos años fueron una bendición.

En lo laboral, cada uno tomamos caminos diferentes y con las chicas, cada uno teníamos nuestras preferencias.

Y mira tú por donde después de tantos años, una sola frase que nos habíamos dicho mil veces, dio al traste con toda una historia de amistad...

Ocurrió por el mes de agosto en la playa, conocimos a un par de chicas de las cuales al parecer una le hizo tilín a Darío. Estuvimos saliendo tres o cuatro veces con ellas y una tarde me confesó que le gustaba Victoria. Yo entonces dije: “la verdad es que está para mojar”. Juro que ni una coma ni una palabra más; ninguna mala intención; no era más que una frase habitual entre nosotros para dar a entender que una chica tenía un buen tipo, nada más, de modo que aún conociéndolo jamás me pude imaginar que le sentase tan mal y aún hoy día me pregunto que le pudo pasar por la cabeza, para levantarse enfurruñado y no volverme a hablar.

Fueron días difíciles con aquella convivencia tan enrarecida en casa; afortunadamente me salió curro fuera y la verdad es que no he intentado ni una sola vez arreglar las cosas. Puede que yo también me haya vuelto soberbio, pero hasta Job (el de Uz), me daría la razón. Van ya para cuatro años que no nos hablamos, y el caso es que madre está enfadada con los dos por igual.

Yo he perdido una madre y un hermano amén de los malos ratos que he pasado toda mi vida por estas cosas sin que aunque aceptaba, yo nunca provocaba; por eso a veces me pregunto ¿que fue lo que perdió él? ¿Qué fue lo que ganó?