RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

13 abr 2020

Recordando a Javier



Le pusieron de nombre Javier y heredó dos extraños apellidos, Gorricho y Guatemala por parte de madre; el primero al parecer era un apellido vasco y el del segundo nunca lo supe. Aunque figuraba en el libro de familia como español, era oriundo de una desaparecida provincia ultramarina (Guinea Ecuatorial), concretamente de su capital, lo que en Europa llamaban Fernando Poo.

Su padre que en aquél entonces trabajaba a las órdenes del Gobernador Civil Pedro Latorre Alcubierre; decidió volverse a España en el año 1964 tras el proceso de autonomía de la región, justo cuando Javier estaba a punto de cumplir los siete años de edad.

Ya en España compraron un chalé en un barrio tranquilo de la ciudad, en el que aún vive parte de la familia. Siendo aún un niño, obtuvo una beca de aquellas que llamaban “de gracia” para estudiar en el seminario de Valderas, y durante poco más de un año, fue el estudiante más joven del centro, pero no duró mucho porque en menos de dos años, lo cerraron “por demolición” y le trasladaron a un centro que los hermanos carmelitas tenían en la capital, donde continuó sus estudios durante algún tiempo.

Para haberse criado bajo las faldas de varias mujeres al quedar como el único varón de la familia tras la muerte de su padre; no parecía caprichoso ni consentido, sino agradable y de los que hacían amistades con cualquiera en menos que canta un gallo; se podría decir que era un tío “echao palante”, que a mí siempre me pareció un hombre viejo por la forma en que se enfrentaba a las peores situaciones como si no fuera con el la cosa.

En el barrio en la época en que yo le conocí tenía cierto prestigio y reconocimiento por el resto de chavales, tocaba en un grupo de folk, daban algunos conciertos y cantaban en algunas iglesias, pero yo pienso que el hecho de haber pasado por el seminario le daba ciertas tablas, hasta el punto de haber podido escuchar en varias ocasiones a distintos chicos, que el Javier se las sabía todas, que era perro viejo y no era raro escuchar como le decía a alguno cosas “¿pero no ves chaval que te veo venir?” "¿A mí me la quieres pegar?.

Era polifacético donde los haya, pintaba, tocaba la guitarra, tallaba piezas de madera, era amante de las plantas y de los animales, era un filósofo a ratos al que se le daba bien el deporte, incluso tenía un cinturón marrón de kárate que por aquella época era mucha tela, pero sobre todo tenía un don especial para las mujeres, cosa que nos ocultó a todos durante varios años, porque por lo visto se iba a tirar el anzuelo por otros barrios colindantes mientras que por el suyo pasaba por ser un eremita; hasta que llegó la francesita un verano y a pesar de que todo el barrio anduvimos a la caza como perros en celo, el Javier fue el único que se la ligó. Al final tanto deambular por ahí y como suele ocurrir en muchas ocasiones y cuando ninguno lo esperábamos, terminó pidiendo matrimonio a una de su mismo barrio.

Recuerdo aquél enorme chalé como un hogar abierto, sin barreras donde te podías encontrar a cualquiera y donde siempre eras bien recibido, donde siempre te llamaban por tu nombre y a menudo te invitaban a comer, a merendar o a lo que fuera menester. Muchas horas agradables pasamos a su vera, sobre todo en las fiestas del barrio que disfrutábamos siempre como si no hubiera un mañana por llegar. Recuerdo especialmente una noche de verano en que fuimos coincidiendo a la vuelta de nuestros respectivos asuntos hasta cuatro amigos, no se el motivo, pero alguno comenzó a relatar pasajes de la película “Golfus de Roma” y fueron tantas y tan largas las carcajadas que a eso de las cuatro de la madrugada algunos vecinos ya hartos nos llamaron la atención varias veces hasta que lograron disolver la manifestación.

Por lo que he sabido más tarde, mantuvo Javier varios negocios y en alguno de ellos le pudo haber ido francamente bien, pero las circunstancias no fueron propicias, de modo que se montó un taller de motos mientras preparaba oposiciones, al final hubo suerte y a la tercera aprobó y traspasó el taller. Hoy como todos estos días está currando a destajo como todos sus compañeros (esos que la gente tantas veces han llamado vagos) para que la gente que se ha quedado en el paro, o le han aplicado un “ERTE”, pueda cobrar en estos días de angustias económicas y virus con corona. Quien nos iba a decir hace años que terminaría siendo uno de esos héroes mil euristas a los que aplauden por los balcones ventanas y terrazas de todas las provincias de España.

Javier, si alguna vez lees esto, te deseo que te haya ido bien en la vida, pero sobre todo, que lo mejor esté por llegar.