RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

15 jul 2020

S A T U R N I N O



Mi estimado y desconocido Saturnino, por la presente quiero que sepa, que allá donde esté usted, será recordado al menos por este su servidor, como garante de que los tiempos han cambiado inexorablemente, como por otra parte viene sucediendo desde el principio de los tiempos.

Ha llegado su escrito a mis manos con setenta y cuatro años largos de retraso y por pura casualidad; pues tal vez mecido por el viento acabó en mitad del camino que aquél día había yo de transitar. Desde entonces, no dejo de preguntarme como es posible que este tesoro no haya sido puesto a buen recaudo por sus familiares.

No se que vida habrá llevado usted, aunque por la época me imagino que no sería fácil. Me han conmovido su misiva, su letra bien compuesta, tiesa y tan bien trazada y repartida por el limitado espacio que nos permite la pequeña tarjeta, así como esos pequeños errores propios de gente que no se estanca, sino que se esfuerza por seguir caminando derecho sobre las líneas que nos traza el destino.

Desconozco su edad, ni siquiera puedo imaginarle vivo ni muerto, porque con esta postal que ha enviado a su querida madre, se ha vuelto usted inmortal, como algunos de aquellos famosos dioses romanos, o griegos de los que tanto han hablado los escritores de todas las épocas.

Con el permiso de usted, voy a reproducir aquí mismo todo el contenido, intentando reconstruir aquellas dos o tres letras que el destino ha querido borrar de entre el resto de palabras de las que emana tanto cariño hacia su añorada madre.

Por los datos que nos da, podríamos deducir cual es el nombre de su madre; pero como el santoral está lleno de santos, una vez realizada la búsqueda, Jacinta podría ser un excelente candidato, pero vaya usted a saber porque yo a los santos poco los meneo la verdad. He seguido la búsqueda y me aparecen otros nombres como Julia, pero quien sabe si habrá algún otro detraído de alguno de tantos santos varones que al parecer (menuda tontería) abundaron más que las santas.

Cita de paso a sus hermanos a los que imagina dichosos en compañía de su progenitora, y deduzco por un capricho mental que era usted en aquella época el mayor de sus hermanos, el más preparado tal vez para emigrar a otra provincia a la que quien sabe cuanto tiempo emplearía en aquella época en llegar; un destino que hoy por cosas de la providencia industrial y mecánica podría hacer en poco más de una hora.

Pero vamos a lo que nos interesa aquí; la reproducción del contenido de su tarjeta postal, no vaya a ser que si algún jovenzuelo se detuviera a observar la copia que adjunto de su escrito, se pensara que estas letras además de cosa del pasado fueran pura magia y girase la cara aburrido hacia su inseparable móvil:

Barcelona 17 de febrero de 1946”

Querida madre; Mil Felicidades

en el día de su santo 20 de febrero de 1946.

Con toda el alma y amor filial, la deseo los tenga muy felices en compañía de mis hermanos que tienen la dicha de encontrarse en este día a su lado, yo triste de mi que por encontrarme tan lejos, siento en el corazón la pena de no poderme hallar en este día a su lado para darle un fuerte y cariñoso abrazo y colmarla de alegría que se merece V. mi querida madre,

Reciba pues mi boluntad y deseo por estas letras que la escrivo en esta postal de la ciudad donde me encuentro, su hijo que la quiere, Saturnino M....”