RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

17 ago 2020

MEDIATIZADOS

Confieso que me encanta la lectura; me gustan los libros porque ese conjunto que conforman esas a menudo hojas repletas de letras, de frases, de sentencias, de opiniones, de pura invención en muchos casos, me devuelven a mi realidad al tiempo que me convierten en un ser atemperado y fuera de todo tiempo y lugar.

Disfruto leyendo aunque a veces (muy pocas), cuesta digerir los esperpénticos escritos de algunos aspirantes a escritores. Tengo mis preferencias como todo hijo de vecino, pero el espectro de mis lecturas es muy amplio.

Ahora mismo ando tras el rastro que me dejan cuatro libros en particular, entre los que reparto el poco tiempo que me dejo libre. En todos ellos hay citas interesantes, pero mientras tres de ellos son críticos cada uno en su campo; hay un cuarto supuestamente de uno de los escritores más relevantes en lengua castellana, que retomaré algún día, que hace tiempo yace inmóvil sobre una mesita con un marcador en la página catorce, y cuyo título es una fecha aún por llegar. Del resto, uno trata de diferentes aspectos físicos, fisiológicos e incluso sicológicos relacionados con el deporte y los deportistas; los otros dos tienen muchos aspectos semejantes, puesto que ambos tratan sobre la manipulación a la que vivimos “sometidos” desde hace muchas décadas.

No es normal escuchar en estos tiempos descripciones que no hace tanto se usaban bastante a menudo, como por ejemplo: “la caja tonta”; en cierto modo porque debido a los avances de la técnica y de la manipulación de la que hablábamos antes, ahora tenemos cada uno nuestra estúpida minicaja siempre a mano, por no hablar de otras que se hacen más grandes, en la misma medida que aumenta nuestra estupidez.

Lo que supongo que hemos descubierto con el tiempo es que esas cajas serán muy tontas, pero los que las vierten al mercado no tienen nada de estúpidos, como bien queda reflejado en libros de diferentes autores, todos ellos muy interesantes, como puede ser cualquiera estos cuatro autores: George Orwell, Noam Chomsky, Naomi Klein, e incluso la menos conocida Marta Peirano.

Todos ellos, nos enseñan que dentro de nuestro “pequeño mundo”, la manipulación mediática nos alcanza de tal modo que llegamos a estar tan necesitados de multitud de artículos, que nos volveríamos invisibles sin ellos.

Nos cuentan estos y otros autores, como la entrada en un supermercado tiene más sorpresas que el mundo de disney; diferentes tonalidades de colores, de iluminación, estanterías objeto de deseo, productos de nula necesidad que llaman nuestra atención, por no hablar de las horas que dedicamos a las redes sociales que en cierto modo nada tienen que ver con lo social, salvo por esas falsas relaciones entre sus miembros que nos van alejando cada día un poco más de la realidad con la que hasta hace poco habíamos convivido.

Una persona sin un televisor aún tendría una pésima valoración porque para una gran mayoría ese aparatejo sirve para videojuegos, para acoplar al ordenador o para ver vídeos o series, y ¿quién es el listo que puede pasar hoy día sin una de ellas?. Hay algunos que se permiten el lujo de no tener microhondas en su casa, supongo que muchos dirán “allá ellos” y les llamarán atontaos. Pero ¿se imaginan a alguien paseando por la calle sin un teléfono portátil?. Hoy día una persona sin un móvil es un ser solitario, un radical, un cero a la izquierda por no decir un apestado.

Y aquí estoy yo, subiendo esto al blog y confirmando aquello de la paja en el ojo propio y la viga en el ajeno. ¿O era al contrario?.