SATISFACCIÓN DE CORREDOR
No vamos a hablar aquí de esa
clase de satisfacción que sienten algunos, tras cumplir la pena, el
castigo o la penitencia que se impone a aquellos que confiesan sus
pecados. Aquí no hay ni pecadores ni pecados; como mucho a veces se
comete algún error, pero todos se perdonan sin necesidad de recurrir
al oscurantismo y falta de luz del confesionario.
Del tipo de satisfacción que yo
quiero hablar (escribir si lo prefieren), no se diluyen
responsabilidades; más bien al contrario nos acercaremos con mucho
gusto, al placer, que todos y cada uno se habrán ganado con su
esfuerzo individual.
En las empresas más modernas, se
busca que el trabajador, tenga el más alto nivel posible de
motivación, o hablando en cristiano; se trata de que el currante,
esté convencido de que la labor que está realizando es útil y muy
beneficiosa y ponga en ello todo su empeño; colocando si es preciso
la labor por encima de cualquier otra cuestión.
Podría ocurrir que por muy
satisfecho que se esté de la labor realizada, la empresa no salga
adelante; no importa, ya que aquí lo que cuenta, es el tipo de
individuo capaz de mostrar una actitud totalmente placentera, aunque esté sudando la gota gorda.
De los corredores, los que
disfrutan de la montaña, son millonarios, porque realizan muchos de
sus deseos y, generalmente lo hacen con esa actitud complaciente
recién mencionada, que es lo mismo que decir que corre con el placer
pegado a la piel; no es que eso no ocurra con otros corredores de
campo a través o de asfalto; lo que pasa es que estos últimos,
jamás podrán disfrutar de una buena trepada, de correr mirando el
vacío tanto a izquierda como a derecha, de utilizar un pedrusco a
modo de tabla de surf, y dominar el oleaje provocado sobre un
canchal, o de enfilar una bajada inmensa entre senderos inexistentes
que nunca sabes a ciencia cierta, dónde te van a llevar.
El que corre por la montaña,
adopta una posición sumisa, pues no tiene un recorrido marcado al
milímetro; (siempre hay algún chuleta, como no; pero antes o
después se la pega); como hemos dicho antes, a veces no hay
camino; incluso por desgracia a veces solo se sale y nunca se llega;
es por eso por lo que a mí me agrada llamarles “toreros”, porque
saben que cada vez que salen al ruedo se la juegan y no están libres
de cornadas inesperadas (incluidas esas que te quitan la vida).
Es tal vez, este, uno de los
deportes en que menos diferencias hay entre chicos y chicas; salen
todos juntos, y es muy frecuente ver mujeres mezcladas con hombres en
todas las posiciones, tanto por delante como por detrás, y tal vez
más por delante que por detrás. Puede que uno de los motivos, sea
que en este tipo de carreras, aparte del potencial físico, tal vez
sea más influyente aún que en otros deportes el potencial síquico;
y ya sabemos todos eso que dicen, de que cuando una mujer se fija un
objetivo, si te encuentras en medio, mejor será que te apartes.
Yo siempre he tenido la teoría de
que la mujer está más preparada para el sufrimiento que el hombre,
y en este tipo de carreras, se sufre y mucho pero además, durante
mucho tiempo; y aquí el que no lo sepa llevar que no dude que le
saldrá la pajita más corta, que es lo mismo que decir que tiene en
sus manos una boleta marcada con las letras “retirado”.
Alguno se preguntará, como es que
con todos estos ingredientes elijo como título “satisfacción”,
y
lo cierto es que la clave está
precisamente en que cuanto más se sufre, más se puede disfrutar; es
como si eligiendo el camino fácil la motivación disminuyese, y esta
gente nunca lo tiene fácil; ni siquiera yendo de paseo, y si por
añadidura, hay horario de corte, apaga y vámonos.