Esta vez el viaje fue de
maravilla; bueno para lo que estamos acostumbrados, porque Anllares
está como se suele decir donde el jambo aquél pegó las tres voces
y tiene su cosa no crean.
De modo que me llego
donde la central y me digo ahora es cuando me detienen por meterme en
propiedad ajena, así es que doy media vuelta a ver si la próxima
tengo más suerte, pero no, la suerte y yo nos llevamos a medias.
Pregunto a un señor que a saber que estaría haciendo a estas horas
de la noche y me dice que antes que iba bien, que rodee la central y
llegaré a mi destino. De modo que desando de nuevo el camino y
llego, entro en la aldea y comienzo a subir un cuestón de la leche y
ya veo de nuevo que por aquí no es, así que tras alguna maniobra
que otra consigo dar la vuelta y otro señor que este sí estaba
paseando al chucho me dice que la primera a la derecha y to parriba.
Con tantas revueltas me
estoy quedando corto de gasofa y no hay nada abierto a estas horas,
de modo que me digo “mañana será otro día” y me voy a la
piltra a mirar al cielo, porque lo que es dormir nantis de plastis.
Me levanto completamente
despejado pero aún así me pego una ducha a riesgo de despertar a
alguno y tener un percance cuando aún no son ni las siete de la
mañana. Tomo camino hacia una gasolinera que me han dicho que “puede
que esté abierta” y lo está porque casualmente tenía que hacer
unas gestiones, pero antes tomo dirección Villablino y cuando me
quiero dar cuenta ya llevo 13 kms. Le pregunto si puedo pagar con
tarjeta y me dice que por supuesto, pero la máquina no va, dice la
chica que a estas horas está un poco fría, que le pasa a veces; por
un momento me dan ganas de darle unos pases mágicos a ver si la
espabilo, porque no llevo metálico, de modo que pasa el tiempo y me
pregunto si algún día saldré de allí. La chica sabe del oficio,
porque recuerda que tiene otra que igual si que va, meto la tarjeta y
dice no se qué de no se cual, total que vamos a tener el día cuando
magia potagia, me dice que me la aceptado y sin pin ni na; cosas de
este mundo moderno que tanto trabajo me cuesta comprender.
¡Por fin! Y esta vez si
que si consigo llegar a Salentinos de una pieza y con tiempo, de
darle un poco al palique, hasta que me despido para intentar hacer
unas fotos, a ver si esta vez le cojo el tranquillo a la puta máquina
que parece que también me tiene manía.
No se si estas cosas solo
me pasan a mí, pero enfilo para arriba y se termina el camino en
menos de dos minutos los que van conmigo se dan la vuelta, pero yo
soy un hueso duro de roer y sigo para arriba por un canchal de esos
que parece que subes pero bajas, cuando no veo futuro, me meto entre
los matorrales y tras pelearme un rato salgo a otro pedregal parecido
al anterior, voy completamente empapado y sigo sin ver futuro, llego
a otro cuestón lleno de piedras, pero no me amilano, al final veo un
claro a lo lejos y caigo en la cuenta de que evidentemente no era por
aquí.
Definitivamente, resulta
que estoy de suerte porque pillo a los dos primeros, aunque de
espaldas, de modo que ya saben “nunca es tarde si la dicha es
buena”; aunque la tardanza me impide llegar a hacer cumbre, ya que
el último participante me coge antes de llegar arriba. Sigo haciendo
una mierda de fotos, pero no me importa, quien sabe si algún día
alguien reconocerá en ellas a un Picaso o un Dalí.
Llego a tiempo para
comer, aunque se me caen las habichuelas en el pantalón porque estos
platos de plástico no hay quien los maneje. Charlo con unos y con
otros y me vuelvo a la posada.
No se quienes son mis
ángeles de la guarda, pero no nos llevamos nada bien, porque en el
cruce a la izquierda para coger Anllares sigo recto, al poco rato me
doy cuenta de que de ayer a hoy han levantado una iglesia toda de
piedra y me digo que esto no cuadra, pero por si acaso sigo (nunca
se sabe, o tal vez sí), ya llevo varios kilómetros y decido dar la
vuelta. Encuentro el cartelito de marras no se a qué pueblo me
dirigía, pero lo de Anllares parece la letra pequeña de un producto
de supermercado.
Esta vez llego de una
pieza, me doy una ducha que bien que me la he ganado y me viene a la
memoria esa frase tan manida que dice “jo, como pasa el tiempo”.