Doy Fe de que todo lo que dice aquí arriba es cierto.
Desconozco si muchos lo
saben; pero el significado que tiene la palabra MOÑA entre
otras cosas, es el siguiente: “Lazo
de cintas negras que se ponen los toreros en la parte posterior de la
cabeza”.
Viene esto a cuento del
hermoso nombre que lleva un ya famoso Hostal situado en la
privilegiada zona lebaniega de Espinama (Cantabria); es el “HOSTAL
REMOÑA”; seguro que ya alguno ha echado sus cálculos y
pensará en el poderío que le dan esas dos primeras letras a mayores
(MOÑA + RE=
REMOÑA).
Cada uno es libre de dejar volar su imaginación;
al final de eso se trata, pero en realidad el nombre de “REMOÑA”,
tiene más que ver seguramente con un enorme pedrusco conocido en la
citada localidad, como el Pico o Peña Remoña, una pared caliza
donde nace el río Deva.
Cierto es, que esta nueva
apreciación, más cercana sin duda a la realidad, no le quita mérito
de ningún modo; y no solo eso, sino que en cierto modo, este
establecimiento, más conocido por sus cada vez más numerosos
incondicionales como el “CAR
REMOÑA”;
será posiblemente el que más “toreros” de todas las
nacionalidades, haya alojado en sus habitaciones, y el que más
envidia habrá despertado en los fogones de los más afamados chefs
que, posiblemente hayan oído hablar de las delicias que aquí se
consumen, sin tanto bombo y boato, como en otros locales.
Los que están en la
honda, saben que no son estos clientes, precisamente, toreros
habituales, sino otro tipo de valerosos combatientes, bastante
alejados del sacrificio ajeno, y mucho más próximos al sacrificio
personal.
Uno se pierde en
apelativos cariñosos, cuando se mezclan recuerdos con sensaciones
gratas y con personas únicas, que son capaces de despertar
sentimientos con una mirada, un gesto, una palabra y en ocasiones con
la sola imagen mental de una presencia futura o pasada.
Yo que, nada más quería
plasmar aquí algunas de mis experiencias en la “TROTABUHOS DE
ESPINAMA”; me sorprendo a mí mismo porque a veces no llego a
distinguir quién es Pablo, y cual Jesús; no me es sencillo
dilucidar donde nacieron estas tres palabras: “Paco, contamos
contigo”.
Del REMOÑA, no es solo
eso lo que me sorprende, porque no puedo recordar este entrañable
segundo hogar, sin que me venga a la mente una mujer, una madre (he
de aclarar), que cada vez que sonríe carga de energía el
espíritu de los comensales; una dama que cada vez que asoma, ya sea
con las manos vacías, o con un plato en la mano, se hace merecedora
del respeto y admiración de los allí presentes sin excepción.
Dicho esto, trataré de
ser breve en el resto, porque como se suele decir pomposamente, daría
para un libro.
Fue una cita,
multitudinaria; con elementos dignos de señalar y de agradecer.
Ana Bustamante, que sabe
lo que es trabajar y sentir cariño por personas muy diferentes,
preparó una pequeña rifa, de la cual esperaba obtener unos
instantes de esa felicidad que todos necesitamos sentir en algún
momento de nuestras vidas para repartir entre sus niños. De todo
corazón espero que lo hayas conseguido Ana.
La mayoría de los
presentes, ya pasamos por ser viejos y entrañables conocidos, que
encuentro tras encuentro; vamos permitiendo al resto, acceso a esos
pequeños escondites o barreras, que en otros momentos constituyeron
defensas contra una sociedad bastante injusta y que en este entorno
como por ensalmo, van cayendo de modo espontáneo y natural; indicio
evidente, de que nos encontramos en un lugar extraordinario y sin
duda mágico.
En Espinama, también se
acordaron de los pitufos, de modo que los peques pudieron por una
noche disfrutar bien acompañados, de un excelente paseo, entre la
nieve, y esa sombra maravillosa y artista caprichosa que proporcionan
los árboles a la luz de una frontal, y que seguramente constituirá
para la mayoría un gran recuerdo de una noche un tanto bruja.
Los unos a la carrera y
los otros de caminata, todos pudimos disfrutar de una excelente
noche, en la que aparte de la nieve caída, transformada en muchos
momentos en barro; nos acompañaron a ratos pequeñas y refrescantes
duchas de aguanieve, que no solo no molestaron en absoluto, sino que
fueron dignos acompañantes de un recorrido emocionante en el que
algunos tuvimos el privilegio de perdernos muy bien acompañados.
Tras el acontecimiento y
ducha de rigor, sorteo de regalos, que si no fuera por el abundante
número de participantes, hubieran tocado casi a uno cada uno. Doy
las gracias por esa abundante donación de material de hoko;
que hemos de decir para hacer honor a la verdad, que aunque fue
extremadamente generosa, no puede ser calificada de sobresaliente, ya
que muchos por allí echaron de menos a una tal Cristina; no sé si
famosa por trabajar para esta marca, o por haber asistido este año
al “DESAFÍO CANTRABRIA”.
Todos hemos podido
comprobar, como a veces la satisfacción llena, y a las pruebas me
remito, pues quedó abundante comida, para la que esa misma noche
estaban buscando el destino más adecuado.
Ya no podrán presumir
alemanes ni vikingos de grandes consumidores de cerveza tras esta
trotabuhos, en la que solo la participación de Axtéris y Obelix
hubiera podido elevar la nota. Pablo nos citará, para otra
trotabuhos, quien sabe si para entonces los galos harán acto de
presencia.