RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

17 ene 2018

ULTRA RESISTENTES

Y si... ¡uf!, la verdad es que da miedo, y sin embargo... molaría un montón ¿no?.

Ya no queda nada para esta carrera; marea pensar el número de horas que hay mantener el cuerpo funcionando aunque sea al ralentí para completar los cuatrocientos y pico kilómetros de que consta esta brutalidad.

Acongoja hacer cábalas sobre como será encontrar el camino entre la niebla, imaginarte perdido por cualquiera de esos espacios abiertos repletos de pequeñas trampas naturales en cada esquina que en esta época del año, seguramente no serán tan diminutas como te gustaría; y sin embargo estás expectante y animado.

El agua garantizada, la nieve segura, el frío, ese compañero inseparable de viaje con el que más vale trabar amistad desde el principio, porque si se convierte en tu enemigo sabes que no habrá posibilidad alguna de continuar la aventura, incluso harás bien en pensar en lo inimaginable.

Te preparas al principio con método, incluso con cierta dosis de inteligencia, te haces preguntas, amplías tus contactos en busca de algunos consejos, calculas lo que vas a necesitar, coges una hoja en blanco, porque no sabes donde tienes la lista que utilizas otras veces y haces acopio de todo lo necesario antes de comenzar a tachar. Sin embargo la semana antes comprendes que es imposible llevar todo lo que has acumulado sobre la cama de esa habitación que solo usas para tus trastos, y te pierdes entre las mallas de invierno, pantalones, camisetas técnicas, calcetines, cortavientos, las bragas siempre imprescindibles, ese pequeño botiquín que te ha acompañado en algunas ocasiones, las frontales, bastones, crema, zapatillas, botas y crampones, las raquetas de nieve, los rollers, los esquíes, las gafas de sol, y claro salvo que te permitan llevarte contigo la mula, a ver quien es el guapo que carga con todo; con razón te repite una y otra vez tu pareja que necesitas una casa entera para ti solo.

Estás preparando el petate, al tiempo que los puntos de avituallamiento y caes en la cuenta de en el capítulo de alimentos habías puesto sales y hasta unos trocitos de cecina de León bien curada, pero habías olvidado algo esencial, los geles y las barritas que algunas veces te dan la vida; por un momento te cabreas, te insultas y hasta que caes en la cuenta de que aún tienes cosas en la lavadora de la última vez; te preguntas que sentido tiene todo esto cuando lo único que quieres es correr y pasar el rato, pero continuas ya más calmado porque aún te quedan por controlar tres puntos importantes donde poder alimentarte en condiciones, cambiar ropa y echar una cabezadita en este punto que estás mirando sobre el plano, que en concreto será de quince minutos que consideras suficientes para alcanzar la próxima base, a 80kms de distancia.

Hablas lenguajes a veces antiguos y a veces modernos, utilizas medidas impensables como la micra (Del griego Mikros = pequeño); ya nadie habla de echar una cabezadita, ahora son “micro sueños”.

Eres capaz de razonar en este mundo irracional en el que te mueves, en parte porque como tantos otros eres hijo de las montañas, y la perspectiva que te da tu experiencia es abrumadora; sabes que lo que parece cerca está lejos y lo que parece lejos está aún más lejos, pero que piano piano se llega al fin del mundo; lo que no evita que te venga a la mente tu último abandono, sabías que no estabas para aventuras, pero cuando te quisiste dar cuenta ya estabas con los demás en la línea de salida; incluso más de un amigo te comentó algo sobre tu aspecto, y al final pasó lo que tenía que pasar; puede que algún otro en tu caso hubiera intentado seguir, pero son ya muchos años y puedes estar un poco loco, pero no eres un suicida.

Recuerdas también como durante alguna de esas pruebas de ultra resistencia, el cuerpo va perdiendo fuelle, la descoordinación aparece cuando menos lo espera, notas que estás pero no estás; hay momentos en que eres capaz de tropezar hasta con una moneda de cinco céntimos; a veces sufres episodios de alucinosis, recuerdas aquella vez que veías osos al pie de la hoguera bailando frente a ti en la oscuridad de la noche, te abruma un infinito cansancio que te exige dejarte caer allí mismo y descansar “por fin”; te mueves, pero en realidad no sabes porqué; recuerdas a alguno de tus compañeros que murieron de hipotermia por culpa de esa apremiante cabezadita que se convirtió en sueño eterno.

Eres consciente de que tu mayor peligro es el tiempo libre, sabes por experiencia que durante los periodos de descanso, tu cuerpo y tu mente intentan compensar los excesos dejándote el cuerpo totalmente destartalado y la mente obnubilada. Por eso mismo prefieres meterte un par de ultras para desatascar en vez de parar y recuperar como es debido.

Ya hace mucho tiempo que no te sorprendes cuando te topas por ahí con una dama; siempre te ha dado la impresión de que entre mayor es la distancia, menor es la diferencia entre sexos. De hecho, has conocido algunos casos extraordinarios (si podemos definir como ordinaria a una mujer que es capaz de correr más de trescientos kilómetros del tirón). Incluso tienes la impresión de que a medida que pasan los años y mayores son las incorporaciones a este mundo de la ultra resistencia, más avanzan ellas y menos nosotros.

Pero centrémonos en lo que tenemos por delante que este año en cuestión de retos va a dejar en pañales a los anteriores; de momento antes de que termine el mes que viene tienes por delante unos 700 kms, así que vamos al lío, que los retos que vienen serán aún mayores y algún día la mente, el cuerpo o ambos a la vez, dirán basta y para entonces ya solo podras alimentarme de recuerdos.

12 ene 2018

CORRER, CORRER.



Yo quería hoy hablar de lo de correr, que por mucho que lo disfracen con palabras extranjeras, siempre consistirá en meter la larga cuando vas caminando de modo que se te empiecen a levantar los pies del suelo constantemente y a eso en el diccionario le llaman correr no otra cosa.

Se habla mucho de los beneficios que reporta, y sin embargo cada vez conocemos más casos de gente que sale perjudicada y en ocasiones de por vida por no hablar de casos terminales.

Es tanta la “literatura” al respecto, que uno puede volverse loco no solo con tan abrumadora información, sino con las diferentes respuestas por parte de unos y de otros a la misma pregunta que inevitablemente confunden al personal; aunque si hay algo en que todo el mundo coincide de un tiempo a esta parte es que hay que salir a “disfrutar”.

Si te fijas en los caretos del personal, efectivamente da la impresión de que sí, que se lo pasan pipa, pero en un análisis más profundo ya observamos gestos menos alegres, rictus de cansancio, de dolor, y hasta de desánimo que desaparecen como por ensalmo ante la presencia de determinado público, aunque el súmmun del placer aparece casi siempre en presencia de los amigotes.

Cómo es posible disfrutar cuando vas con la lengua fuera, cuando te atragantas en un avituallamiento porque quieres que no se te vaya el que está delante, cuando a falta de setenta kilómetros vas aguantando a duras penas ese dolor en la rodilla, cuando estás pensando (quién leches me mandaría a mí apuntarme a esta carrera), cuando el próximo punto de vida se te antoja a millones de kilómetros, cuando en esa hora traidora tienes un sueño que no estás más que deseando caerte muerto allí mismo y echar una cabezadita; repito, ¿Cómo es posible?.

Y sin embargo si esperas a verles cruzar la meta, pareciera que todo son alegrías, incluso en los que se caen redondos ante la ausencia de energías, incluso en los que derraman lágrimas por todo lo pasado (tal vez la clave esté en ese tiempo verbal “pasado); incluso aquellos que van directos a la enfermería, o al fisioterapeuta porque están que no pueden dar un paso más, y sin embargo extrañamente repiten, repiten y repiten.

Algo tiene que haber en el fondo de toda esa gente que aún pasando las de Caín, a poco de finalizar ya están pensando en otra carrera o en repetir la misma el próximo año; algo que no se alcanza a comprender con la sola razón.

¿Qué pretende entonces esa legión de corredores? ¿Qué buscan?. Cuando les preguntas, la mayoría te responde que les hace bien, que se sienten mejores personas, que han hecho grandes amistades, que nunca lo dejarían, y claro finalmente te dicen que disfrutan.

Me pongo a analizar y no encuentro una respuesta razonable, (¿será una secta?), y sin embargo pienso si no tendrá aquí algo que ver esa lucha constante que surge siempre entre el “SUPER-YO” y la realidad del día a día; eso que llaman “EGO”. Tal vez todos esos obstáculos que cada corredor está obligado a superar, sean un catalizador, un detonante que libera al individuo de sus mayores miedos, un comprender que en este mundo no somos nada, o dicho de otro modo que somos el todo.


A ese respecto, dejo aquí unas líneas extraídas de uno de esos libros que de momento se niega a publicar Don Luis Carlos Rodríguez titulado “EL MAGO DEL TIEMPO”: “En esta segunda parte obtendrá, a través de las jugosas explicaciones de Don Julio, el conocimiento que le llevará a lo que en el fondo todos anhelamos, librarnos del ego para alcanzar la inmensidad que somos, y que solo se logra cuando uno SE LIBRA DE SÍ MISMO.