RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

2 mar 2021

EL ARTISTA QUE HACE ESCULTURAS

 


Estos días de lluvia copiosa, observando por la ventana un incipiente pinar, dos o tres casas, una chopera y algo de monte bajo son perfectos para las “redes sociales”; o dicho de otro modo para enredarse o dejarse atrapar por la red que tanto monta...

Decía un famoso científico español (premio Nobel por cierto), algo así como que todo el mundo si se lo propone puede manejar a su antojo su propio cerebro; una frase de gran profundidad en la que todos deberíamos detenernos un rato largo.

En realidad no descubrió América con esa corta frase, pero sí que apoyó gracias a su prestigio, lo que otros mucho antes ya pensaban, como Émile Coué algunos años antes, o como lo habían constatado algunos sabios griegos allá por el 550 antes de cristo.

Es un tema sencillo por una parte pero muy complejo por otra, porque son tantas las conexiones entre los diferentes elementos que tienen su importancia en este asunto, que podríamos encontrarnos con multitud de palabras que la mayoría desconocemos, como neurociencia, acetilcolina, hipocampo, gen, proteínas, amígdala, neurotrofinas, y hasta palabrejas como SNC o SNP.

Digamos resumiendo que prácticamente todo a nuestro alrededor nos afecta y puesto que el cerebro es el que ordena y desordena cualquier actividad (salvo unas pocas involuntarias consecuencia de años y años de defendernos de agentes externos), cualquier mala noticia nos puede poner (y no literalmente) enfermos lo mismo que una buena, nos puede arreglar el día, lo que supongo que prácticamente todo el mundo a lo largo de su vida habrá podido comprobar.

Todos recibimos diferentes tipos de estímulos a diario, pero no todos los percibimos del mismo modo, y ahí está la clave y de ahí la frase que incluye otro factor fundamental, que no es otro que la constancia, o dicho de otra forma, la voluntad que pongamos en impedir que nos influyan de modo incontrolado los asuntos molestos que nos acarrea el día a día.

Vivimos constantemente en tensión por diversas causas, como puede ser la excesiva abundancia de noticias, los abusos publicitarios que nos empujan a desear incluso aquello que no necesitamos, la educación que hemos recibido desde la infancia, e incluso el consejo de nuestro mejor amigo. Esa tensión que en principio llega a nuestro cerebro, poco a poco se distribuye por el resto del cuerpo y termina instalándose por ejemplo en la espalda, en la rodilla, en el estómago o en cualquier otro lugar, transformando lo que no era nada en algo tangible y a veces insoportable.

Imaginemos una autopista por la que circulan miles y miles de vehículos donde a partir de un determinado punto se origina un accidente; la consecuencia serán atascos a veces de kilómetros hasta que se solucione el tapón. Con el cuerpo es algo parecido, en condiciones normales, todo sigue su curso a la perfección, pero cuando nos dejamos influir por uno de esos estímulos negativos en algún lugar aparece ese indeseado taponamiento que rompe el equilibrio corporal físico y mental; a veces es suficiente con acudir a un fisioterapeuta, pero por lo general si no cambiamos nuestro modo de percibir, ese u otro tapón volverán a atacar de nuevo más pronto que tarde.

Esos sabios de los que hablaba al principio, y de los que por desgracia carecemos hoy día; nos daban ya pautas para resolver esos conflictos, pero en realidad cualquiera que dedique el tiempo necesario a analizar este mal que nos aqueja caerá en la cuenta de que efectivamente, como decía el científico textualmente: “Todo ser humano si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro”.

¿A qué esperas?