RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

15 sept 2020

ENSOÑACIONES

 


La conocí durante un curso cuando daba clases, en una etapa de mi vida en la que aún me importaba perder el tiempo intentando convencer a mis alumnos de lo tenue que resulta la terapia craneosacral para ayudar a aliviar ciertos desequilibrios como medio de curación en relación a otras terapias más invasivas.

La llamaban Veni, su primer apellido era Roca y el segundo nunca lo supe o tal vez nunca quiso que se supiera; cuando la conocí me pareció una chica jovial y dicharachera y aunque no me gusta juzgar a la gente por su aspecto físico; tengo que reconocer que acertaban aquellos compañeros suyos que la comparaban con un camión, un tren e incluso con algún tipo de golosina por aquella extraña forma de juzgar que tenemos los hombres sobre las mujeres. Aunque he de añadir que sus propias compañeras no se quedaban atrás.

Tenía un don especial para cualquier tipo de manipulación, hasta el punto de convencerme para que nos fuéramos una noche de cena aún a sabiendas de que llevo felizmente casado más de veinte años.

A pesar de residir en un pueblecito de Córdoba, todos los fines de semana acudía a mis clases como si le fuera en ello algo más que la vida; era como una esponja, tenía muchas ganas de aprender, y por eso me caía tan bien, pero se le hacían un mundo las horas sobrantes, y aunque no le costaba nada hacer nuevas amistades, me esperaba al finalizar las clases, (siempre que no viniese acompañada de su novio), y me invitaba a tomar una cerveza, con el cuento de hacerme alguna pregunta sobre la clase del día que curiosamente nunca se producía.

Al final por supuesto, cedí; fue un fin de semana en el que mi mujer se había ido a ver a una tía suya y aunque normalmente la solía acompañar, esta vez y vaya usted a saber el motivo, no quiso; de modo que me apliqué aquello de: “una cena al año no hace daño”.

Nos fuimos a una conocida bodega de nombre Simón, situada en un pueblo denominado Valdevimbre muy próximo a la provincia de León. Le encantó la cueva; no se si por Córdoba tendrán cosas parecidas, pero no cesaba de alabar la estancia en la cual nos habían dado mesa, así como el resto de habitáculos de diferentes tamaños, unos con una sola mesa, otros con dos y la sala grande donde estábamos nosotros con al menos cinco o seis mesas para unos treinta comensales.

Era Veni de esas que se explican al contacto; de pronto te están hablando de cualquier asunto y apoyan una mano sobre la tuya, sobre el brazo, o te dan un toquecito aquí o allá del modo más natural del mundo; de modo que al cabo de un rato, te sientes como si fuerais amigos de toda la vida.

Llevaba para la ocasión un vestido ligerísimo que a la luz de las velas dejaba adivinar toda su silueta, con lo que más de uno equivocó la trayectoria de la cuchara o el tenedor ante la rencorosa mirada de sus parejas. Yo, tengo que confesar que estaba en una nube, pues hacía más de diez años que no salía de noche y me lo estaba pasando pipa viendo la envidia que despertaba a mi alrededor.

Todo estaba donde correspondía, las mollejas estupendas a falta de otro apelativo más grandilocuente, el pastel de cabracho lo mismo, así como el resto de platos que nos fueron sirviendo pausadamente.

A los postres antes de degustar sendos flanes de mantequilla, acercó su silla a la mía ante la mirada expectante del resto de comensales, y con una mano sujetando el móvil y la otra muy arriba, sobre mi muslo, acercó su mejilla a la mía, tiró dos o tres fotos y justo en la tercera se volvió y me besó en los labios como si fuéramos novios.

Yo pensaba que aquello era el fin de mi existencia, no sabía donde meterme pues a pesar de estar cenando a la luz de las velas, yo creo que todo el mundo pudo percibir como cada vez me ponía más colorado. El corazón a mil por hora y un torbellino de pensamientos imposible de manejar me tenía más para allá que para acá. Ella sonreía feliz como si no hubiera pasado nada sin ser consciente de que aquél pudo haber sido mi último beso.

El viaje de vuelta fue un tanto azaroso y no tengo ni la más remota idea de lo que hablamos; pero lo que jamás olvidaré, fue el largo beso de despedida otra vez en los labios y la posterior pérdida de consciencia en que quedé sumido hasta que como de ultratumba oí su voz y sentí como me daba palmaditas en la mejilla.

    • Por dios Don Seve, por dios, menudo susto me ha dado usted.

    • No hija, no, el susto me lo has dado tú.

    • Si le parece dejamos la cena para otro día ¿no cree usted?.

6 sept 2020

Luna lunera...

 

Comienzan temprano los rugidos en esta preciosa mañana de domingo, no son de tripas, sino de esos motores madrugadores que comienzan aislados y terminan colaborando al unísono hasta crear ese estruendo característico de las ciudades sin el cual algunos dicen que no podrían vivir.

Una vez más no he pegado ojo y ya se intuye el lento clarear matutino que nos llevará a un día para muchos de descanso merecido y para otros forzoso.

Me rondan varias cosas por la cabeza; hoy parece que esa máquina infernal que despierta a todo el barrio haciendo su labor de limpieza diaria no ha pasado, supongo que hasta los vecinos tienen derecho a descansar al menos un día a la semana. Pienso en la máquina y al instante en la montaña.

En esta ciudad y en ese aspecto somos unos privilegiados, porque a una insignificante distancia podemos recorrer grandes espacios a menudo vacíos de personal y siempre arropados por el gran silencio que nos recuerda que aún estamos a tiempo para volver a ser cuerdos; podemos incluso conquistar algunos picos conocidos y hasta jugarnos voluntariamente la vida.

Esta corta reflexión, me lleva a recordar ciertos rumores sobre la montaña leonesa, que hablan de proyectos relacionados con “empresas foráneas” que afectarían a los términos municipales de Cármenes, Carrocera, , Matallana de Torío, La Pola de Gordón, La Robla, Valdelugueros, Valdepiélago y Villamanín. Supongo ingenuamente que los estudios medioambientales exigibles tendrán en cuenta el consecuente deterioro del entorno, ya que sabemos por otros lugares de su influencia negativa en la fauna, la flora, donde se instalan. Por otro lado, parece que aunque aún no se ha estudiado lo suficiente, que también afectan negativamente a la salud de la población en otros aspectos incluso algo con lo que muchos no cuentan, el ruido que generan, sobrepasa en muchos casos el permitido por las directrices europeas.

Veo que ya hay gente a título individual defendiendo “nuestra montaña”, e inevitablemente pienso en lo poco positivo que pueden resultar estos proyectos para la población local, al tiempo que me vienen a la mente otros proyectos aún peores como la extracción de gas esquisto, tan contaminante para los recursos no solo de esos municipios, sino de otros colindantes.

Pienso también en esos médicos que dan la cara aportando datos que contradicen las alarmantes noticias sobre este virus capaz de comerse el resto de sucesos por preocupantes que sean; reflexiono y recuerdo que en tiempos de crisis las ganancias de ese uno por ciento pueden suponer miles de millones en un solo día; es decir, que la ocasión la pintan calva.

Me viene también a la chola la enorme capacidad de los medios de comunicación a menudo asociados a partidos políticos pero sobre todo pagados por las grandes multinacionales para su propio beneficio así como ciertos tratados internacionales y como en todos los casos solo hay un único favorecido (ellas) y muchos perjudicados (nosotros).

Como siempre habrá un pequeño movimiento contrario a estos “avances” que nos venderán como una gran ayuda para mejorar el medio ambiente general, y me temo que a menudo serán tratados como esos médicos por la verdad, ahora apodados “negacionistas”; una palabra bien elegida, que viene a sustituir a la hasta ahora más conocida como “extremistas”. De ese pequeño movimiento muchos se irán apartando poco a poco y como ha ocurrido tantas veces los grandes se comerán a los pequeños como sucede todos los días; lo que me recuerda a esos propietarios de tiendas de diverso tipo que están cayendo como castillos de baraja de una especie de agonía diaria, provocando con ello que otras “tiendas” más grandes se hagan con el control del mercado.

Me hago una última pregunta, ¿también tendrán ayudas del gobierno?... Por supuesto, recibirán millones de euros mientras que para nosotros el coste de la luz seguirá subiendo cada vez más. Mientras tanto, algunos irán corriendo a captar las últimas imágenes de las montañas antes del desastre que se avecina.