RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

8 dic 2019

TENGO UN MENSAJE



Tengo un mensaje para ti.

El susto, es una respuesta natural, pero cuando en vez de decir “todo se quedó en un susto”, la cosa va más allá y aparece el miedo, entonces ya no hablamos de una respuesta animal, sino de una respuesta muchas veces aprendida de nuestro entorno. Así vemos como un niño podría pasearse a gatas por la terraza de un rascacielos y su respuesta no sería miedo, sino curiosidad, porque no sabe lo que es caerse y matarse.

El "ten cuidado" tan habitual cuando despedimos a nuestros hijos el día que salen por la noche, termina calando en su interior de tal modo que aunque solo unos pocos llegarán a pensar “tengo que tener cuidado”, la mayoría repetirán ese mismo mantra a sus descendientes cuando llegue el momento.

En el caso del corredor, sobre todo en el caso del joven, todos esos mensajes van formando parte de su visión del deporte e incluso de la vida, por eso no lanzaremos la imaginación a volar si pensamos que la carga sicológica que algunos competidores tienen que soportar será tan grande como lo sea el mensaje, tal vez tan grande como para quintuplicar su propio peso durante toda la carrera, e incluso en algunos casos, para que el peso sea insoportable.

Cuando un padre antes de una carrera le dice a su hijo, que tenga cuidado con tal o cual rival, o que no deje pasar a fulanito, o ese es un flojo, está enviando un mensaje muy claro a la mente de su hijo: “enséñale a ese cómo hay que correr para complacerme; si dejas que fulanito te adelante, me vas a defraudar, o si te gana ese flojo eres más mierda que él”.

Podríamos poner millones de ejemplos, nada más fácil que ir unos días a las competiciones para ver la sarta de estupideces que los padres vierten sobre sus hijos, e incluso sobre otros sobre los que ni siquiera tienen ningún parentesco.

“Vamos chaval hoy te los meriendas a todos”. En ocasiones la intención no es más que intentar animar, es decir, “ayudar”, pero por lo general, deberíamos ser más cuidadosos con los mensajes; aunque por lo general lo que subyace es una “preocupación real en los padres” que es precisamente la herencia que recibieron en su día de los suyos y no han sido capaces de impedir que se haya trasladado a sus hijos. En realidad, deberíamos de haber aprendido que poco podemos hacer por evitar que nuestro hijo sea rebasado por otro deportista, incluso en la misma línea de meta sin que aún poniendo todo su talento en ello pueda evitarlo; sin embargo lo que si podemos hacer es evitar su sufrimiento, aunque para ello primero tenemos que cambiar nuestra propia visión de la realidad.

Si tengo un compañero en el trabajo que todos los días me dice “ánimo”, seguramente no sea más que una simple expresión, o un deseo de amistad, pero el cómo lo reciba yo ya es otra historia. ¿Por qué me dice ánimo día sí y día también?. ¿Estará preocupado por mí?. ¿Será que tengo mal aspecto por la mañana y no me he dado cuenta?.

Si alguien me dice constantemente “ánimo, hoy vas a ganar”, es posible que piense en ganar como una casualidad, no como una posibilidad que yo sea capaz de alcanzar.