RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

18 feb 2023

EL BESO ESTRATEGA

 

Yo de besos, no se mucho, pero tengo entendido, que hay besos como el que dicen que dio un tal Judas, y a tenor de los que escriben la historia no fue muy aplaudido, que digamos, de modo que como estratega el fulano la pifió.

Tenemos el beso francés que busca zonas estratégicas para hacer daño amoroso y agradable.

El beso de pico que es y no es, pero que tiene su gracia aunque no tenga estrategia alguna (o sí).

El beso esquimal donde los labios no intervienen, aunque digo yo que ahora con lo de la globalización y la desaparición de lo autóctono a cambio de lo perverso, puede que nos cueste encontrar quien lo practique, pero si estás embozado y solo asoma la nariz, puede tener su punto estratégico.

El beso en la frente, que tanto sirve como despedida nocturna, como para comprobar la fiebre, salvo cuando se da sobre el pelo o los ojos, tal vez por pudor, e incluso por timidez (ese no se como se llama).

El beso en la mejilla, muy demandado en los círculos sociales, donde como ocurre con el de pico a veces casi ni hay roce ni nada que se le parezca, incluso los labios en la mayoría de los casos, ni siquiera intervienen y la estrategia, ni se la conoce, ni se la espera.

Luego ya si nos ponemos tiernos, hay besos que si son estratégicos, que buscan siempre una respuesta como los que se dan en el cuello, orejas y otras zonas más recónditas.

Se oye por ahí hablar de un beso al que llaman "de tornillo", pero no se yo si no serán habladurías o invenciones de esa gente que lo sabe todo y no ha practicado nada.

Tenemos el beso más asqueroso de todos, el beso que en realidad no es beso, sino sumisión y sí, si que hay algo de estrategia en ese beso-no beso; es el beso en la mano que bien podría darse en el culo; un beso que dice mucho del que lo da, pero también mucho del que lo recibe.

Luego están los besos hurtados para distintas ocasiones, como el famoso beso que dio mi amigo Ambrosio al ex de Mirinda y que dejó un poco apurado al susodicho (ex), porque aunque existen culturas donde el beso entre hombres es habitual, aquí por estos parajes, lo suyo es darse la mano entre machotes y claro, ver a dos hombres dándose un beso, aunque sea en la mejilla toca algunas fibras.

Pero el caso es que para ese beso había una justificación. Llevaba un tiempo el pobre Ambrosio siendo acosado por Casta que era la mujer de su mejor amigo; y por mucho que la dijera que era un hombre felizmente casado, que eso a un amigo no se le hace etcétera etcétera... la Casta no cejaba en el empeño, hasta que un día Ambrosio le confesó que en realidad hacía tiempo que era gay, y que las mujeres habían dejado de gustarle. En ese punto la Casta se quedó un poco confusa, o tal vez recelosa como si no acabara de creérselo; de modo que el Ambros que para esas cosas de la vida diaria es un lince, cuando estaba a punto de dar la mano al ex de la Mirinda, vio la ocasión propicia al ver pasar a la Casta con su madre y cambió la mano por el beso, una estrategia que se demostró con el tiempo que hizo daño, pues de la Casta nunca más supo.

Pero como no hay bien que por mal no valga, ahora le tocaba lidiar al pobre Ambros con los comentarios no ya solo de “ex-amigo”, que se estaba pasando mil pueblos con la bromita, sino que de golpe y porrazo se le acabó lo de ligar, al menos por el barrio y proximidades.

En fin, que habrá quien pensará que esto es un cuento a lo chino, o que el Ambrosio es tonto del culo, pero así son las cosas de andar por casa, que por muchas pruebas que pongas sobre la mesa habrá quien te creerá y habrá quien te criticará aunque solo sea por envidia.

Ahora que también es cierto que no hay mal que dure cien años, ni cuernos que lo aguanten, y no hay nada más cierto, pues el Ambros ahora deambula por ahí como soltero empedernido pues su mujer se lo creyó a pies juntillas, ya que hacía años que no la tanteaba y con las mismas se buscó en menos que canta una gallina otro más cachas y más romántico; con lo que se cumple definitivamente el refrán que dice: “no hay mal que por bien no venga”.


Por lo menos para ella.