Hoy he recibido una
llamada de Pablo, que si por un lado no esperaba, tampoco me
sorprendió.
Generalmente me suele
llamar después de algunas carreras para contarme como ha ido la
cosa, pero esta vez era algo pronto ¿pronto? ¿o era el momento
justo?.
- Paco, me he retirado, tenía unas pequeñas molestias en la planta de un pie y no estaba ya disfrutando de la carrera, de modo que no me lo he pensado mucho y he decidido dejarlo aquí a falta de nada.
- ¡Bien!, le he respondido has hecho lo que debías hacer.
- Lo cierto es que me he encontrado fenomenal, mejor que nunca, pero tras perderme, tal vez se me ido un poco la cabeza y a pesar de quedar tan poco para terminar y a pesar de los ánimos de la gente, creo que he tomado la decisión correcta.
- Por supuesto Pablo, estoy contigo, me alegra que hayas tenido esa capacidad de decisión, porque no es tan fácil como parece.
Me ha sorprendido un poco
la tranquilidad y la seguridad con la que me lo estaba contando, y no
le dije me alegro, pero me alegré. Más de uno pensará que estoy
tonto, y puede que tengan razón, pero desde mi punto de vista, como
entrenador llevaba mucho tiempo esperando este momento en el cual el
deportista se sobrepone a cualquier circunstancia y sigue su camino
como si nada; porque a ciertos niveles el circo mediático te absorbe
tanta energía que dejas de ser tú mismo para convertirte en una
marioneta de los medios; y una vez dentro cuesta lo suyo salir.
Podría haber continuado,
incluso podría haber terminado tal vez primero, segundo o tercero lo
cual no está mal, pero llevamos entrenando muchos años, no para
saber ganar, que eso sucede sin querer cuando alcanzas un estado
óptimo de forma, sino para saber estar; a Pablo hoy le ha salido la
verdadera vena de campeón y me agrada mucho que haya tenido la
valentía de reconocer qué cosas importan en la vida y cuales
carecen de importancia.
Brindo por la que creo ha
sido tu mejor carrera hasta el momento.
Pablo, sigue así que el
camino es largo.