Otra vez por
CASTROCONTRIGO...
Foto sustraida al Santi.
Tenía pensado
escribir otra cosa; pero viendo esta foto del Santi Nistal, tan tierna (y tan antigua);
he cambiado de opinión. De todos modos, como aquí el personal a lo
que viene es a ver los dibujos, tampoco importa mucho lo que se
cuente. Vamos allá...
Buenas abarcas (zapatos),
necesitaron los corredores, para no abruscarse (caerse de morros);
aunque de todas formas, no les quedó más remedio que apechar (pisar
el barro), a riesgo de pegarse una morrada (caerse).
Hubiéramos necesitado un
buen abrigaño (abrigo/zona cubierta) los espectadores, porque
cayó tanta nieve que en algunas casas se tapó el albañal (gatera)
y hubo momentos donde el argallón (desagüe) no daba a
basto.
Lo de mantenerse alampado
(seco), no fue tarea sencilla. De vez en cuando nos venía un
algarazo (vendaval) que como no había donde resguardarse, te
quedabas arrecido (aterido) de frío y te entraba un dolor en
los cadriles (riñones), que no veas.
Menos mal que tenía las
madreñas (calzado de madera) en el coche, porque si no, no
hubiéramos tenido más remedio que amolarnos (fastidiarnos).
Antaño, (en tiempos de
la foto), si que se comían buenos cocidos; no como ahora que además
de apoquinar (pagar) un pastizal, te añusgas (te
atragantas) hasta con la sopa.
Lo más extraño, es que
con tantos mozos, y a sabiendas que alguno siempre arrastra el ala
(intenta ligar) no se arrease (pegase) ninguno. Te
achusmas (asomas) a lo de antes, siempre te viene a la chola
(cabeza), más de un marrajo (persona de malas ideas),
o algún mastuerzo (majadero), que venía a las fiestas
buscando liarla (buscar pelea).
Al final me ha anuecido
(cundido) mucho el día; el Isma, que es maniego (ambidextro),
se dio a beber como un colodro; y agarró una buena melopea
(borrachera). Barruntaba (auguraba) el Isma, que
seguiría nevando; que más nos valdría agarrarnos a una bigornia
(cierto tipo de yunque), si no queríamos salir todos por los
aires. Viéndolo con los borceguíes (botas muy gruesas) de su
abuelo Dámaso, no parecía que se lo pudiera llevar ningún aire;
sobre todo tras zamparse (comerse) un buen cocido maragato,
seguido de al menos cinco o seis bombas (pasteles rellenos de
crema espolvoreados de azucar por encima).