SANTA CRUZ DEL SIL
El amigo Lolo, me invitó
a hacer un pequeño recorrido por algunos de los tramos salvajes, por
donde discurrirá la “Carrera Alto
Sil”; del 16 de marzo próximo;
de modo que amarré el petate y
allí nos plantamos antes de las nueve de la mañana que era la hora
elegida para la salida.
Prácticamente al
completo el Club del “Alto Sil” de reciente creación, donde
militan prácticamente todos los implicados directos en la carrera y
solamente un par de invitados de lujo, Jose Manuél y el amigo
Moha, a los que se añadió un servidor.
Dos secciones; una para
correr y otra para caminar, yo por mí, hubiera ido con los más
rápidos, pero con el Moha para machacarlos ya había suficiente; de
modo que para no abusar, preferí acompañar cortésmente a las damas
que tenían como guías a Pedro y Miguel, o viceversa.
Tras una visita al
“muro”, (que para nuestro asombro, alguna subió silbando)
y un cambio de planes en el recorrido inicial por causa de una
cacería; las chicas que nos tenían ganas, comenzaron a trotar, de
modo que ya se sabe lo que nos tocó al resto.
Algo más de cuatro
horas, una ducha en la casa del pueblo y una visita al “CHANGUITA”,
donde nos atendieron tan cordialmente, como si fuéramos paisanos; y
ya nos pusimos en marcha, para la cosa del yantar, en dirección a
Anllares del Sil (que muchos recordarán por la central térmica
que puso en marcha Unión Fenosa allá por el año 1982).
Siempre que vengo por
estas tierras, me voy con el corazón un poco encogido. Pienso en la
carroña política que ha machacado vilmente la única forma de vida
de estas pequeñas poblaciones y me pongo enfermo. Hablar de proteger
la vida de los ciudadanos, cuando se permite a las grandes
multinacionales la contaminación diaria del agua que bebemos, del
aire que respiramos y de la tierra de la que comemos; es cuando menos
un grandísimo delito, no solo contra los habitantes de estos
pequeños núcleos, sino contra toda la población en general a la
que de un modo u otro alcanzan las estrategias de empobrecimiento de
los ciudadanos de este país.
Que se permita la
fracturación hidráulica (más conocida como fracking) y se cierren
las minas es tan ridículo como querer que los alumnos tengan cultura
cerrando escuelas, o que los enfermos se curen cerrando hospitales.
No se lo que pensarán
los padres de esta generación, que camina hacia esta moderna
esclavitud, después de lo mucho que han tenido que pelear para
conseguir tener un nivel de vida digno para sí y sus descendientes;
pero me entristece mucho pensar en lo que pasará por la cabeza de
todos aquellos que sufrieron no solo los rigores del clima, sino
también, los de una vida laboral excesivamente precaria a tenor de
los desgraciados resultados que hasta hace pocos días se enfrentaban
a diario.
Hablamos de poblaciones,
cuyo precioso entorno, aún pervive casi virgen (aunque no
se, durante cuanto tiempo).
Tal vez iniciativas como
esta de Lolo Díez y sus amigos del “Alto Sil”; o de otras gentes
como Pablo Criado y Jesús en Espinama, o los hermanos Nistal en
Castrocontrigo; por poner tres casos bien conocidos; sean una de las
pocas vías de escape al doloroso silencio laboral que sufren este y
otros muchos pueblos de la zona.
Tal vez la vía
turística, con el apoyo de instituciones y las pocas empresas que
aún quedan; sea lo que pueda abrir un pequeño rayo de esperanza
para el futuro de estos jóvenes.
Que no olviden, empresas
e instituciones, que su supervivencia, dependerá de la capacidad de
compra de los habitantes de estas poblaciones; y que por pequeña que
sea su aportación; esta, puede significar la continuidad de sus
negocios, y con el tiempo, el resurgir de otros más modestos; como
un pequeño bar, una pequeña tienda, casas rurales; regalos
turísticos; zonas de acampada, venta de productos autóctonos,
restaurantes y muchas otras cosas más, que no me alcanzan al no ser
yo profesional de este sector.
Si en otras partes hay
gente noble, aquí también la encontraremos; a veces detrás de
rostros huraños, o serios; pero traspasada la débil frontera de la
desconfianza, descubriremos, personas capaces de repartir hasta la
última miga de pan o de ofrecerte hasta el último rincón de su
casa; porque saben que la solidaridad es el arma más poderosa que
mueve el mundo y que al fin y al cabo, entre la gente de a pié, que
curra codo con codo; nunca habrá grandes diferencias en lo esencial.