RAQUETADA NOCTURNA POR ESPINAMA (Cantabria).
He visto como los árboles
cobraban vida a la luz de diminutas antorchas.
He visto enanos
observándome bajo un firmamento totalmente estrellado.
He visto elfos tan
mimetizados con la naturaleza, que nadie más que yo, se ha dado
cuenta que nos observaban.
He viajado por todas las
edades de la tierra; la de las lámparas, la de los árboles y la del
sol. He creído ver bestias aladas, mearas, y olifantes.
He visto todo esto porque
he viajado a la tierra media.
Si me creen o no, me es
indiferente, solo pretendo plasmar aquí lo que he vivido, por si
algún otro tuviera la gran suerte de repetir mi experiencia.
Hay una comarca, más
allá de todas las comarcas, situada a uno de los costados de
“Picos”; (vertiente
cántabra); denominada “Espinama”.
Dicen de los habitantes
de estas tierras, que son seres valerosos y que allí, hasta los
pastores de árboles tienen una inteligencia fuera de lo común.
Pensaba que se trataba de
un mundo imaginario, poblado por hombres y enanos, elfos y hobbits,
ents, y otras especies; pero he tenido el privilegio de ser golpeado
por la cruda y hermosa realidad.
He visto seres, viajar
sobre paisajes nevados a la luz de las estrellas, ataviados
únicamente, con unos enormes y extraños zapatones; un palo capaz de
crecer y mermar en cada mano y en la frente una antorcha mágica que
resplandecía sobre los senderos.
He visto cientos de estos
seres entre los árboles, subiendo por las montañas, parloteando un
dialecto extraño y divertido.
He percibido la alegría
en todos los rostros a la vez; y como la fuerza de unos, trituraba la
debilidad de otros; como las ganas de servir, triunfaban sobre la
necedad de ser servido y como cola y cabeza formaban un único ser.
He dormido en aposentos
tan agradables, que tenía la impresión que se habían hecho para
mí; y posaderos tan pendientes de cada uno de mis gestos; que
siempre me hacían olvidar el hogar.
He probado manjares
imposibles, que si ya entraban directamente por el ojo; en el
paladar, eran un estallido celestial de sabores. En cuanto a los
postres yo que odio lo dulce, no he podido rechazar los impulsos
generados por mi cuerpo, que postrado ante los sucesivos platos me
invitaba sin remedio a un mismo viaje, (del plato a
la boca), hasta alcanzar un elevado estado de consciencia
que no había conocido jamás en la vida.
He conocido a la mujer
primigenia; al joven que armado solo con su honda, derrotó al
gigante de Gal en el valle de Ela; a un oriental con la sabiduría de
Confucio; a una aldeana capaz de beber como si nada, en un solo día lo que otras
beben en unos meses; a mujeres de mirada tan penetrante, que flotar
era poca debilidad viendo como se rendía el alma de inmediato.
He visto también
mujeres pequeñas y niñas grandes, capaces de dibujar runas con el
solo movimiento de sus caderas.
Sonó la música, y la
melodía nos envolvió a todos como una bruma; luego ya todo fue
mezclar bebida, baile y charla... después ya no se lo que pasó.
Hoy, aquí sentado frente
a la pantalla de mi ordenador, me sigo sintiendo allí; doy por hecho
que estoy hechizado, pues no veo letras, sino gentes,
circunstancias, risas; quien sabe si aquella dulce mirada...