RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

9 oct 2014

DESEMPAREJADOS

Desemparejado



Yo salí con Silvy Krack, no lo digo para vacilar, solo que tiene relación con la historia que les voy a contar, o más bien por ella es esta historia.

Hace algunos años ya de lo de Silvy; la cosa sucedió como tantas historias de amistad y amor entre dos seres humanos, un tropezón en la biblioteca, libros por el suelo, disculpas seguidas de sonrisas y sonrisas seguidas de complicidad.

Durante el primer contacto no hubo más, y durante meses simplemente saludos cuando nos encontrábamos en la biblioteca, e incluso alguna vez, en la calle.

Un día coincidimos en el bus y cruzamos algunas palabras, que si no sabía que cogías esta línea, que si “voy a visitar a una tía” y casualidades de la vida, su tía era mi vecina de enfrente, una mujer con media docena de hijos y una vida muy activa, de la que nunca hubiera imaginado la edad, de no haber salido en una conversación posterior.

En opinión de Silvy, el hecho de mantenerse tan lozana (su tía), era debido a que toda su vida había sido una gran deportista y al hilo me contó que ella también lo era, que desde los once años no había parado de correr; tras echarnos unas risas con la recurrida frase de: “¿correr de quién?”, concertamos nuestra primera cita.

Aunque tengo que reconocer que no nos conocíamos de nada yo ya tenía fichado ese cuerpo del que se me reveló el rostro el día del tropezón.

Silvy era una auténtica belleza con un cuerpazo de once, una mujer inteligente, agradable y con un montón de cualidades además de deportista, lo que también me molaba.

Teníamos unas largas conversaciones, durante las cuales yo perdía la noción del tiempo; por no hablar de cosas más íntimas que me hacían querer parar el mundo.

Todo marchaba a las mil maravillas, hasta que comenzó a torcerse, llegando a echarnos en cara cosas como “yo creo que estás obsesionada con el deporte” seguida de “pues yo pienso que estás enamorado del sillón...”.

Tengo que confesar que odio las discusiones, hasta el punto que haciendo de tripas corazón, intenté salir a correr con ella un par de veces, pero correr no es lo mío, no era capaz de aguantar con ella ni dos minutos y pronto desistí.

Por su parte ella tenía planes que incluían carreras, muchas carreras, algunas de las cuales se desarrollaban sobre largas distancias, lo que significaba fines de semana completos, con lo que hubo un momento en que prácticamente ni nos veíamos.

Supongo que una cosa lleva a la otra, de modo que un triste día cada uno tiró por su camino a pesar de estoy seguro que ambos nos seguíamos queriendo.

Hoy es el día en que aunque creo saber lo que pasó, sigo teniendo mis dudas.


Lo que yo pienso, es que nos centramos en el problema y no en la solución.