IMAGINA
La
imaginación, es una escena futurible, que convertimos en real, solo
en nuestra mente, a veces con consecuencias imprevisibles.
Pongamos
como ejemplo tres escenas diferentes.
Alguien
podrá visualizarse acomodado en una estupenda casa de montaña,
sentado en una silla sobre la hierba tomando un refresco y disfrutar
instantáneamente del paisaje, pero puede hilvanar este pensamiento
con otro en el que se figura, como un coche se despeña por un
barranco próximo, incluso siguiendo el hilo de este, sentir miedo
solo de pensar que en unas horas tiene que coger el coche para volver
a casa y pasar por el mismo lugar donde imaginó el accidente.
Hasta
aquí todo normal, el problema comienza cuando ponemos excesivos
sentimientos en cualquiera de los tres casos, pues en todos ellos
estaríamos viviendo sucesos que nada tienen que ver con nuestra
realidad y podemos quedar atrapados en esa tela de araña que supone
creerse que lo que imaginamos es más real que lo que vivimos.
Si
trasladamos lo visto hasta ahora a aquellos que corren por la
montaña, veremos que también como no podía ser de otro modo, se
dan los tres casos.
- Tenemos al corredor que ante una competición, se imagina corriendo ligero, sin esfuerzo y saltando entre las rocas como una gacela.
- Por el contrario, existe el que vive en su mente los grandes desniveles, el peligro por la proximidad a los precipicios, o las bajadas técnicas.
- Y por último tenemos (dando continuidad al punto número dos), al que comienza a sentir cierto cosquilleo en el estómago, cierta flojera de piernas, y finalmente miedo ante lo que cree que puede sucederle.
No
sería complicado conjeturar a cuál de los tres le va a ir mejor
¿verdad?.
Pues
ahora que ya creemos saberlo, tratemos de movernos en el ámbito de
lo positivo para que la respuesta sea también positiva; y por lo
mismo, intentemos alejarnos todo lo posible de esa negación
voluntaria que supondrá siempre una carga demasiado pesada, un
lastre excesivo para nuestra voluntad, nuestras piernas y nuestro
corazón.
Tanto
peor si insistimos en jugar a tener miedo; pues con ello, solo
conseguiremos conjurar los demonios que nos pueden conducir al abismo
real.