Hay
momentos en la vida, en que las emociones prevalecen sobre todos los
demás sentidos, en ocasiones incluso se pasa el sentido común por
el forro y te dejas atrapar por el TODO mansa y placenteramente.
Hay
circunstancias y momentos para todos los gustos, pero cuando el
PRESENTE, te sacude como un pelele, lo mejor es dejarse llevar y
disfrutar al mil por mil.
Cuando
todo finaliza, queda lo que queda; el nervio óptico, atacado por
multitud de golpes de luz tiene su memoria peculiar y nos hará
recordar incluso cosas de las que si nos las contaran pensaríamos
que nunca habían sucedido.
Casi
todas las personas, poseen un órgano, donde residen una maraña de
elementos a cual más importante, es la sede del valor, la fuente de
donde emana toda la energía posible e imposible, es almacén de
sentimientos, y en definitiva el escondrijo donde residen tres de los
sentimientos más nobles del ser humano, la ternura, la bondad y el
amor.
Cuando
una competición consigue que te caigas de culo, algún ingrediente
mágico tiene que tener con lo que le gusta al personal en estos
tiempos la crítica fácil y destructiva, y la PEÑA DEL TREN, sin
olvidar lo que puedan ayudar los parajes del entorno de TORNEROS DE
LA VALDERÍA.
Tiene
esta prueba, varios de los elementos que hemos citado en la frase
anterior, no se si la bondad a tenor de los rasguños que presentaban
muchos de los participantes en sus piernas, pero de lo que no tengo
ninguna duda es que es de esas carreras que se hacen con AMOR, y
estoy plenamente convencido que el día que falte ese ingrediente no
habrá más Peña del Tren al menos tal como la hemos conocido hasta
ahora.
No
es una carrera comparable con ninguna otra, he estado presente en una
pequeña discusión al respecto donde se hacían comparaciones con
otras competiciones de mucho prestigio como EL DESAFÍO CANTABRIA, EL
ALTO SIL O EL CUETO DEL OSO, y la conclusión es que las
características de cada una de ellas son difícilmente extrapolas a
las otras.
Tampoco
creo que sea del todo acertado utilizar la expresión “es como
querer matar osos con una escopeta de balines” (eso
creí entender) para definir nuestra Transcandamia.
Si
bien puedo estar de acuerdo que en términos puramente “montañeros”,
esta sería una prueba menor, no es menos cierto que como decía
antes la carrera leonesa tiene sus características intrínsecas que
ya he citado en otras ocasiones en este blog, y en mi opinión no hay
que compararla con ninguna carrera de montaña ni por montaña ni con
ningún término similar, de modo que dejemos cada cosa en su sitio y
tratemos de hacer siempre críticas constructivas que a todos nos
vendrán de perlas, y si el motivo hubiera sido criticar “ciertas
ausencias”, cada uno es libre de ir donde quiera; que yo sepa y de
momento en esto de las carreras aún no se ha instaurado ninguna “ley
mordaza”.
Y
volviendo al asunto que nos traía aquí, tengo que reconocer que
esta experiencia, me ha enriquecido considerablemente (en
todos los aspectos), ciertas nuevas amistades que no son
cuantificables salvo a nivel emocional, todo ello regado con ver de
nuevo a personas con las que uno tiene cierta afinidad ayudan a
condimentar el plato perfecto, ese con el que te tomas tu tiempo
para saborear cada bocado como si fuera lo único de importancia en
el mundo.
Asistir
a la PEÑA DEL TREN, no solo se ha convertido en una jornada
excepcional, sino en un instante canjeable por una vida.
Y una
vez finalizada esta crónica, me voy a permitir enviar un mensaje a
modo de petición del oyente.
Todo
surgió al ver como uno de los encargados de un avituallamiento,
corría entre las rocas como un poseso tras el envoltorio de una
barrita energética para devolverla a la bolsa de basura.
El
recordatorio es que no importa el número de personas que salgan a
correr por el monte o la montaña, lo importante es el respeto al
MEDIO AMBIENTE, que es decir el respeto a nuestros descendientes que
de seguir así no podrán disfrutar como nosotros de estas maravillas
que aún están en nuestro poder; paisajes, cultivos tradicionales,
montañas, espacios naturales y hasta el aire que respiramos, por los
que no nos quedará más remedio que luchar con uñas y dientes si
queremos que no pasen a manos indeseables y sin escrúpulos a los que
no importará organizar carreras virtuales en las que todo el placer
posible estaría tras una puñetera pantalla.
Y vamos con las primeras fotos...
Fin.