RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

18 mar 2017

PICO BOBIA (km vertical)


 

Esta vez el viaje fue de maravilla; bueno para lo que estamos acostumbrados, porque Anllares está como se suele decir donde el jambo aquél pegó las tres voces y tiene su cosa no crean.

De modo que me llego donde la central y me digo ahora es cuando me detienen por meterme en propiedad ajena, así es que doy media vuelta a ver si la próxima tengo más suerte, pero no, la suerte y yo nos llevamos a medias. Pregunto a un señor que a saber que estaría haciendo a estas horas de la noche y me dice que antes que iba bien, que rodee la central y llegaré a mi destino. De modo que desando de nuevo el camino y llego, entro en la aldea y comienzo a subir un cuestón de la leche y ya veo de nuevo que por aquí no es, así que tras alguna maniobra que otra consigo dar la vuelta y otro señor que este sí estaba paseando al chucho me dice que la primera a la derecha y to parriba.

Con tantas revueltas me estoy quedando corto de gasofa y no hay nada abierto a estas horas, de modo que me digo “mañana será otro día” y me voy a la piltra a mirar al cielo, porque lo que es dormir nantis de plastis.

Me levanto completamente despejado pero aún así me pego una ducha a riesgo de despertar a alguno y tener un percance cuando aún no son ni las siete de la mañana. Tomo camino hacia una gasolinera que me han dicho que “puede que esté abierta” y lo está porque casualmente tenía que hacer unas gestiones, pero antes tomo dirección Villablino y cuando me quiero dar cuenta ya llevo 13 kms. Le pregunto si puedo pagar con tarjeta y me dice que por supuesto, pero la máquina no va, dice la chica que a estas horas está un poco fría, que le pasa a veces; por un momento me dan ganas de darle unos pases mágicos a ver si la espabilo, porque no llevo metálico, de modo que pasa el tiempo y me pregunto si algún día saldré de allí. La chica sabe del oficio, porque recuerda que tiene otra que igual si que va, meto la tarjeta y dice no se qué de no se cual, total que vamos a tener el día cuando magia potagia, me dice que me la aceptado y sin pin ni na; cosas de este mundo moderno que tanto trabajo me cuesta comprender.

¡Por fin! Y esta vez si que si consigo llegar a Salentinos de una pieza y con tiempo, de darle un poco al palique, hasta que me despido para intentar hacer unas fotos, a ver si esta vez le cojo el tranquillo a la puta máquina que parece que también me tiene manía.

No se si estas cosas solo me pasan a mí, pero enfilo para arriba y se termina el camino en menos de dos minutos los que van conmigo se dan la vuelta, pero yo soy un hueso duro de roer y sigo para arriba por un canchal de esos que parece que subes pero bajas, cuando no veo futuro, me meto entre los matorrales y tras pelearme un rato salgo a otro pedregal parecido al anterior, voy completamente empapado y sigo sin ver futuro, llego a otro cuestón lleno de piedras, pero no me amilano, al final veo un claro a lo lejos y caigo en la cuenta de que evidentemente no era por aquí.

Definitivamente, resulta que estoy de suerte porque pillo a los dos primeros, aunque de espaldas, de modo que ya saben “nunca es tarde si la dicha es buena”; aunque la tardanza me impide llegar a hacer cumbre, ya que el último participante me coge antes de llegar arriba. Sigo haciendo una mierda de fotos, pero no me importa, quien sabe si algún día alguien reconocerá en ellas a un Picaso o un Dalí.

Llego a tiempo para comer, aunque se me caen las habichuelas en el pantalón porque estos platos de plástico no hay quien los maneje. Charlo con unos y con otros y me vuelvo a la posada.

No se quienes son mis ángeles de la guarda, pero no nos llevamos nada bien, porque en el cruce a la izquierda para coger Anllares sigo recto, al poco rato me doy cuenta de que de ayer a hoy han levantado una iglesia toda de piedra y me digo que esto no cuadra, pero por si acaso sigo (nunca se sabe, o tal vez sí), ya llevo varios kilómetros y decido dar la vuelta. Encuentro el cartelito de marras no se a qué pueblo me dirigía, pero lo de Anllares parece la letra pequeña de un producto de supermercado.

Esta vez llego de una pieza, me doy una ducha que bien que me la he ganado y me viene a la memoria esa frase tan manida que dice “jo, como pasa el tiempo”.