He hecho un nuevo amigo,
no se puede hablar de amor a primera vista, pero si he de
ser sincero, tengo que decir que la primera ojeada, ya fue bastante
favorable.
Hay cariños y quereres
que requieren de un tiempo, y podríamos decir que hasta de ciertas
comprobaciones; un tanteo que aunque las cosas nos parezcan evidentes
siempre es aconsejable para que luego no haya malentendidos. En estos
casos, no debemos mostrarnos demasiado tiquismiquis; cualquier
persona con dos dedos de frente debería comprender que los fallos
existen, y que no todo en la vida va a ser perfecto y es bueno contar
con ello sobre todo cuando las relaciones van camino de ser
profundas.
Por eso, yo no juzgo a mi
amigo y espero que sea recíproco porque si las cosas salen mal, se
de sobra que la mayor parte de la culpa será mía, aunque el que me
de problemas sea él.
No está entre mis
virtudes (si es que poseo alguna) ser perfecto, ni siquiera
soy capaz de comprender muchas de las cosas que me rodean y de las
que me sirvo; por ejemplo nunca entenderé como es posible ver la
tele. Puedo llegar a vislumbrar que gracias a un simple hilo te
llegue la voz de alguien a kilómetros de distancia al oído, pero no
llego a mucho más.
Se me hace raro hablar
así en masculino “mi amigo y yo”, pero hay ocasiones en
que la vida es la que te escoge a ti. No es una belleza mi amigo,
pero es hermoso, no está tan cachas como esos tíos que ves salir
del gimnasio, pero es fuerte, no es muy alto, pero tampoco bajo, me
saca unos años, pero los ha sabido llevar muy bien.
Mi amigo y yo vamos
camino de una bonita relación de pareja, la naturaleza, el campo, el
aire, un precioso día y lo cotidiano nos han reunido para sin
decirnos una sola palabra hacer lo que había que hacer; se lo que
esperaba por su parte, y he de decir que me ha dejado más que
satisfecho y en algún rincón de mis pensamientos surge un deseo, la
esperanza de que si algún día se decide a hablar me diga que mi
trato con él ha sido también exquisito.
Vana esperanza la mía,
porque con el poco juicio que aún me queda, puedo comprender que
aunque a veces nos envíen señales, a día de hoy los tractores
rugen, pero no hablan.