RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

19 mar 2018

Carrera de DÍEZ.


Puede que haya dudas y alguno tal vez confunda título con décimo aniversario, de modo que vamos a cambiarlo por “carrera de once”; claro que igual ahora haya quien piense que sólo fueron diez más uno los participantes y nada más lejos de la verdad, de modo que volvamos a cambiar el título por: “La mejor carrera del siglo”. Bueno, igual me estoy pasando porque no solo hubo una carrera, sino varias y además un siglo da para hacer muchas tonterías, pero este apelativo presta un montón, de modo que aquí lo dejo.

Ya sabían el señor Díez y su panda de tarugos (y tarugas con permiso del género neutro) de sobra lo que se les venía encima, pero esta gente, nadie sabe aún el motivo, pero no se arruga ante nada (siempre que luego haya barra libre claro y vaya si la hubo). De modo que aceptaron el reto habitual y además otro más gordo, que a causa de las condiciones casi épicas en el aspecto climático, como que algunos como el gran Malek, que avanzaba en primera línea de fuego, se viese en la necesidad (según sus propias palabras) de abrir huella con la nieve por la cintura hagan crecer la leyenda de la “Alto Sil”. Otro tanto le ocurrió a uno de los corredores locales, un tal Alonso, que al parecer compartió labores de operario con un amigo de nombre Eder, dejando paso franco a los que venían por detrás, que no eran pocos.

Que los “tarugos” se lo han currado nadie lo duda; desde primera hora de la mañana ya estaban listas “las chicas del Alto Sil” engrasando y engranando la maquinaria, a la espera de los primeros corredores, unas esperando medio de transporte hasta el punto del voluntariado; normalmente y permítanme la expresión “allá a tomar por el culo”; otras esperando impacientes a rezagados de turno, otras “gualquitalqui” en mano comprobando el sonido; otras cambiando su oficio habitual por el de taxistas; en fin dando los últimos y certeros retoques antes de la partida.

En este invierno que se niega a dar paso a una nueva estación los copos de nieve han sido más abundantes que imprevistos, y nadie sabe la de veces que estos paisanos han tenido que volver a subir al lugar que ya se daba por marcado por culpa de esos imponderables que se empeñaban en dejar unos centímetros de nieve que en algunos casos podrían dificultar la visibilidad del recorrido.

Con el agua no hubo problema, porque ya sabemos que «limpia, fija y da esplendor», aunque algún Pascual, dejara que la corriente se le llevara un bastón. Otros prefirieron fundirse en un abrazo con esa sustancia líquida que tanto amamos y odiamos en este mundo sin sentido; fuera como fuere, todos sin excepción quedaron bautizados con el agua de esta décima edición de la carrera.

Una pena por otro lado que no todo el público pudiera acudir a los puntos habituales para arengar a los vigorosos y enérgicos corredores, ya que las condiciones no fueron las más idóneas, pero esa ausencia, la suplieron con creces algunos de los voluntarios; incluso se ha hablado mucho de una osezna que hacía también sus labores de voluntaria en “Pico Negro”, de la cual dicen los corredores, se escuchaban tanto sus gruñidos, como el sonido de su cencerro desde varios kilómetros antes de coronar. Otra en otro punto diferente, al parecer le pegó tal patada en el culo al marido, con la consigna de: “gañán, o te espabilas o hoy no cenas”, que dicen que en un santiamén , el hombre adelantó a más de treinta rivales.

Los conductores asignados a la carrera con sus todo terreno, como siempre unos profesionales como la copa de un pino, siempre solventando los inconvenientes con mucha paciencia, a pesar de que en alguna ocasión la dosis de esa actitud, se encontrasen bajo mínimos a causa de ciertas injerencias involuntarias externas, que les dificultaban llevar a sus pasajeros de aquí para allá. En este punto advertir a alguno de los voluntarios que sea más comedido para la próxima, porque en su afán por abrir paso a un vehículo atollado, se puso a escavar con tanto ímpetu, que hubo que llamar al tractor para sacar vehículo y ocupantes de lo que parecía una bocamina.

Definitivamente, creo que desde ayer, habrá un antes y un después en la forma en que conocemos esta carrera, y si lleva diez años en el candelero, por algo será. La gente de Santa Cruz del Sil y alrededores, va comprendiendo no solo la importancia de acontecimientos como este para el desarrollo de la región, sino que cada vez valoran más la labor de toda esta gente que se lo curra con una ilusión envidiable. Nunca lloverá a gusto de todos, pero eso lo damos por asimilado.

Cuando algunos se cogen sus vacaciones para colaborar en la organización; otros para preparar ultimar los detalles físicos, técnicos y tácticos semanas antes; cuando se ven involucrados restaurantes, gasolineras, hoteles y todo tipo de pequeños negocios; cuando todo el entorno se llena personas y de vida; cuando hay que buscar alojamiento a decenas de kilómetros y cuando el que se retira por el motivo que sea decide que esta queda apuntada en su agenda para el próximo año “sí o sí”; supongo yo que la culpa será de esos tarugos, de los que hablábamos antes, gracias a los cuales; y justo cuando algunos eventos van cayendo por agotamiento, falta de previsión o lo que sea, resulta que esta carrera por contra, va camino de alcanzar cuotas impensables no hace tanto tiempo.

Hoy es turno del zumo de tomate, de lavadoras, contables y sicólogos; el resultado tal vez mañana o pasado nos lo desvele el tarugo mayor de la cofradía en uno de sus famosos vídeos...

F O T O S: