Pasaba por ser una de las
tres carreras más famosas del mundo y de las tres, la más
complicada de terminar. El índice de abandonos venía siendo del
orden del 80% y sin embargo, cada año había más gente peleando por
una plaza. El terreno interminable pero sobre todo de una belleza
apabullante había sido en su día casa de los indios Cheroquis que
en su forzosa emigración a causa del implacable expansionismo
blanco, buscaban a veces los emplazamientos más complicados de
encontrar.
Mi participación fue a
modo de reportero (yo ni periodista ni nada, pero un buen enchufe
siempre lo soluciona todo), de modo que allá me fui con mi
pasaporte colgado al cuello, porque sin él todo el mundo sin
importar color, raza o religión era expulsado inmediatamente de la
carrera sin contemplaciones.
Salió la carrera no a la
estampida como suele ocurrir muchas veces en Europa, sino al ralentí,
como a cámara lenta, se me hacía raro ver tanta parsimonia en una
competición tan bien catalogada, de modo que durante lo que me
pareció una eternidad disparé un montón de veces; aún así no
habían pasado tres kilómetros y ya se perfilaba a lo lejos
perfectamente la cabeza de carrera.
Mi amigo Zachary me
estaba esperando de modo que una vez en el todo terreno, me prometió
las mejores vistas que hubiera visto jamás. Ciertamente, ya lo que
se veía desde el vehículo era alucinante a pesar de que las
montañas no eran más que pequeñas siluetas tras cientos de árboles
milenarios.
Me dejó a la altura del
kilómetro treinta (primer tercio de carrera) frente a una
subida interminable con una pendiente alucinante en la que daba la
impresión de que los corredores ascenderían directamente a las
nubes. Comencé a caminar, pues a pesar de la gran ventaja sobre los
primeros corredores, no tenía yo muy claro que pudiera llegar por
delante.
No hacía mucho calor, y
sin embargo, en unos pocos minutos ya no tenía ni un centímetro de
piel que no estuviera empapado de sudor. Si he de ser sincero, por un
momento me vino la idea de quedarme donde estaba, pues no se
adivinaba aún el final y ya llevaba mis buenos cuarenta minutos
trepando. Por los ruidos deduje que los primeros ya estaban
comenzando a subir; aún tenía una buena ventaja, pero no las tenía
todas conmigo.
De pronto pude vislumbrar
un picacho allá a la izquierda, luego otro, y otro más; era una
visión sobrecogedora, pero la altura ya me estaba pasando factura y
cada vez notaba como iba más despacio. Al fin vi a alguien de la
organización, pero como yo de inglés se tanto como de mecánica
cuántica solo pude deducir por sus gestos lo que mi cuerpo ya me
venía anunciando desde hacía rato, a saber, que vaya paliza que me
estaba pegando. Muy amable me ofreció bebida isotónica y me dijo
que la mezclara con medio limón y luego me añadió unas gotas de
una cosa que el llamaba pisco.
Sería el corto descanso
o el limón, pero como que me costaba un poco menos subir; de repente
ya tenía encima al primer clasificado que no parecía tocar con los
pies en el suelo de lo ligero que venía, así poco a poco me vi
rodeado de participantes mientras hacía fotos y seguía subiendo.
Los picachos eran ahora picos enormes, alguno poco visible por las
nubes; se quedaba uno alelado ante aquél majestuoso paisaje y en
unos metros todos giraban a su derecha y desaparecían inmediatamente
de mi vista por lo que deduje que me quedaba muy poco para hacer esta
primera cumbre.
Por fin llegué a lo que
parecía un montón de tierra, una pequeña loma de unos setenta
centímetros de alto; a medida que me iba aproximando las montañas
se acercaban, y con ellas el vacío; de frente, tras esa pequeña
loma, una caída totalmente vertical de más de cuatrocientos metros
como no había visto en mi vida; fue entonces cuando me dio un vuelco
el corazón al ver por donde tenían que continuar los corredores,
pues al lado derecho del precipicio, un pedrusco saliente al vacio
como de metro y medio de largo por medio de ancho, era el siguiente
punto de apoyo, y durante aproximadamente un kilómetro, una serie
sucesiva de terrazas de un tamaño similar marcaban lo que a mí me
pareció un descenso suicida.
Me disponía a continuar,
cuando noté como una niña de unos cinco o seis años de ropajes y
aspecto indio, se agarraba con fuerza a una de mis piernas; para
cuando me pude recobrar del susto, observé como una de sus
piernecitas estaba suspendida en el vacío; no se si habría
resbalado o qué, pero la agarré en brazos y me senté un momento a
recuperarme del susto. A partir de ese instante, mientras más y más
corredores me alcanzaban, ella señalaba el camino de vuelta con
tanta insistencia que no me quedó más remedio que desandar el
camino.
Como la niña no parecía
querer bajar de mis brazos, hubo momentos en que besé el suelo con
el culo; utilicé todos los trucos conocidos y por conocer para
bajadas con gran pendiente, pero eso no evitó que en muchos momentos
patinara, ni que llegara abajo casi sin suela y abrasiones en
piernas, hombros y codos. Una vez allí, la deposité en el suelo y
para mi estupor comprobé que aquella no era la niña que había
encontrado arriba, ya que aunque tenía cierto parecido, ni siquiera
llevaba la misma ropa; el caso es, que hizo un gesto a modo de saludo
de despedida, sonrió dulcemente y desapareció de mi vista entre la
arboleda.
Ya por la noche, en la
tienda le conté a mi amigo Zachary lo sucedido; sonrió y me dijo
que había una antigua leyenda en la que muchas décadas atrás,
jóvenes guerreros utilizaban esta misma travesía para demostrar su
valentía. Se perdieron varias vidas hasta que le tocó a Alce Rojo,
un jovencito de doce años que cayó por un pequeño hueco que habían
abierto las últimas lluvias; en el instante mismo de la caída
fallecieron sus dos hermanas luna roja y luna amarilla, que desde
entonces, cuando olían el miedo en alguno de los guerreros se le
aparecían y con diversas artimañas lo llevaban de nuevo abajo,
conscientes de que el miedo atenaza y la prudencia libera. La
moraleja, viene a decir que no hay más valentía en continuar que
en volver ; y sin embargo mucha estupidez cuando uno se empeña en
seguir sabiendo que no es su momento (bien lo saben los muertos)
.