RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

24 nov 2018

RURAL


Estoy muerto, aburrido, cansado, harto de tanta naturaleza viva, de tanto silencio secuaz, de la comida saludable, pero sobre todo de la ausencia de tele, de mis videojuegos, de mi móvil, (no sabes cuanto te echo de menos amigo).
.-¿Qué tal si nos vamos de fin de semana a una casa rural? (Me preguntó Susana el lunes.)
.- Será una experiencia maravillosa (me dijo).
.- Respiraremos aire puro por unos días, montaremos a caballo, dejaremos de comer bazofia, haremos algo de ejercicio y cortaremos leña para luego hacer el amor al calor de la lumbre de la chimenea.
Fue escuchar lo del ejercicio y ya me dio un bajón que ni te cuento, luego lo de la chimenea, como que me picó la curiosidad, y como siempre he sido un blando, al final le dije que vale. Tres horas y cuarto (que se dice bien) para llegar a un punto perdido en el culo del mundo, destrozando los bajos del coche en los últimos dos kilómetros que decía Susana que ya le habían advertido que eran para hacerlos paseando (no te jode).
Entre que salimos un poco tarde por culpa de un servidor, y las curvas, recurvas y abajaderos por los que tuvimos que atravesar, nos dieron la once, las doce y las otras dos; un trozo de hierro como de medio kilo era la llave que colgaba de una especie de travesaño que hacía las veces de recibidor.
Aquello no encajaba, al final en una nota ponía que se giraba al contrario, y por fin pudimos abrir aunque fuera a traición.
Aquello no comenzaba muy bien que digamos, pero se puso peor cuando me enteré de que la única luz era la de unos velones y una lámpara que al parecer funcionaba con petróleo, aceite o vaya usted a saber con qué artilugios los carga el diablo. Se me ocurrió llamar a Héctor para que nos trajera un generador, pero tras más de tres cuartos de hora de sube y baja, vete a la derecha, luego a la izquierda, sube el brazo, y bájalo me vi obligado a desistir. Cero cobertura.
La comida bocata de jamón que me había llevado yo, porque si tengo que esperar a que la Susana la encuentre en el huerto, apañados estamos. Luego salimos a dar una vuelta por los alrededores, pero no había más que árboles, matojos, y mogollón de montañas a lo lejos que aquello parecía no tener fin; así que al rato le dije a la moza que yo me volvía (y me volví).
Para cuando llegó la menda tenía un hambre que para qué, pero resulta que había que coger unas zanahorias y unos puerros en el huerto, pero es que además había que dar de comer a los caballos (y ahí me mataron del todo).
Con las mismas me cogí las llaves del buga, pero mira tú por donde al cabrón le dio por no arrancar, de modo que hice de tripas corazón y le dije a la Susana que lo estaba calentando por si las moscas mientras pensaba por dentro a ver como nos las apañábamos el domingo para volver.
Lo del amor y la lumbre se fue al traste porque tras el paseo, no estaba yo para más trotes, de modo que el sábado todos de morros, y el domingo por la mañana, no se a quién dar las gracias por que el cacharro arrancara, porque arrancó.
A la Susana no la he vuelto a ver, se dio el piro después de ponerme bien a caldo. Lo bueno es que ya casi ni me acuerdo de ella, porque he recuperado mis partidos, mis partidas, mis videojuegos y la reina de la casa; mi móvil de última generación que no lo cambio por nada.