Queridos seres humanos;
para estos días de aflicción en los que a muchos se les tuerce el
gesto y a otros les arruga el morro cada vez que ven su último
modelo de zapatillas en su caja sin estrenar; he preparado unas
pautas sencillas para pasar el trago que si hacéis el pequeño
esfuerzo de cambiar las pilas será, fructífero, sabroso y hasta
asombroso.
Pocas veces tenemos la
oportunidad de cambiar cosas en nuestras vidas por propia voluntad,
nos aposentamos en la estúpida felicidad de hacer todos los días lo
mismo, de practicar obsesivamente las mismas rutinas, de modo que cuando nos
encontramos con situaciones como esta, quedamos inmediatamente fuera
de combate sin haber siquiera trepado al cuadrilátero.
Siempre hemos querido
poder estar sobrados de tiempo para hacer esto o aquello, y ahora
tenemos la gran oportunidad, de modo que recuperemos viejas
costumbres, dejemos a un lado los móviles, las tabletas y las redes
sociales y volvamos a las charlas con nuestros familiares, con
nuestras parejas, con nuestros perros y gatos; ahora tenemos la
oportunidad de hacerlo sin prisas, disfrutando de la lentitud (todos
recordamos esos besos de urgencia de hace unos días).
Como somos muchos y
desemparejados, nos encontraremos con que unos dirán que sí, otros
que no y otros digan lo que digan, harán lo que les de la gana, de
modo que como norma general, intentemos no perjudicar a los más
débiles.
A nivel físico hay un
montón de actividades que nos permitirán no bajar demasiado el pico
de forma, preguntad a vuestros entrenadores, y si no los tenéis,
utilizad el sentido común, pero sobre todo no os volváis locos por
estar un tiempo sin salir a machacar el cuerpo; a más de uno seguro
que se lo agradecerá y la respuesta posterior será muy beneficiosa.
Pero lo que debemos trabajar ahora (y siempre) es la mente,
esa tipa que nos saca de apuros cuando el cuerpo dice basta, la que
nos permite aumentar el ritmo cuando estamos muertos, la que nos
facilita terminar cuando ese diablillo que tenemos dentro del cerebro
nos dice “déjalo ya bobo”.
Intentemos vivir sobre
todo sin miedo, porque el miedo perturba el ánimo, y baja las
defensas, cosa que por supuesto no nos interesa y menos ahora; ¡ojo!,
eso no implica de ningún modo dejar de ser precavidos. Desempolvemos
el uso de la imaginación, y si no fuera posible, siempre tendremos
el parchís, las damas, el ajedrez, o cualquier otro juego que aún
conservemos y sobre todo lectura, mucha lectura, tampoco estaría de
más coger el boli o el lápiz y escribir (como terapia va de cine).
Correr está bien, es
sano, a menudo ayuda, pero AHORA, es el momento de encontrarse a uno
mismo, de calmarse, de purificarse, de respirar profundo y de
resolver esos pequeños conflictos que siempre dejamos para mañana.
Pero sobre todo es la ocasión perfecta para discernir lo que es
importante en la vida y lo que no.
En otro orden de cosas,
es también el momento de dar calabazas a vuestras parejas
deportistas, el sésamo o el tofu también van bien para la
motivación, porque estos y otros alimentos son ricos en tirosina,
un aminoácido que incrementa los niveles de energía, así como la
motivación, y quién lo iba a decir, hasta el rendimiento deportivo.