SANTRAILVESTRE DE CASTROCONTRIGO 2013
Hay gente, que si
estuviera al timón de esta dolorida España en que vivimos, sería
capaz en un tris de ponernos a todos al día en un tras, y luego, a
trabajar todos tan ricamente.
Pues ¿no va el Santiago
y se nos inventa una San Silvestre en plan nocturno, con alevosía y
por medio el monte y con una subida que no hemos visto los de la
capital en nuestra vida?.
Que conste que yo a esta
he ido de milagro, (bueno, y porque no había que pagar un duro
¡claro!).
El caso es que el Sebas
(mi hermano gemelo), que tiene un amigo que se dedica a esto de la
leña y que es a su vez amigo de un tal Nistal, del que dice que es
muy magín; me apuntó sin contar conmigo, y como estoy pasando unos
días con el abuelo, ninguno somos de móvil y en el pueblo solo hay
un teléfono en casa de la Sílfides; (que para que les voy a
engañar; maldita la hora en que le pusieron ese nombre que por lo
visto quiere decir mujer de gran belleza); pues nos cuesta
comunicarnos.
Resulta que cuando la
Sílfides me avisó, me pilló con lo puesto, y claro ni playeras, ni
mis hoko, ni cortavientos ni na de na, y lo que es peor ni barritas,
ni geles ni antiinflamatorios, que sin eso a ver quien es el guapo
que aguanta un montón de horas trepando y destrepando por ahí. Le
di aviso de que sí, pero tenía claro que no iba a hacer nada, salvo
el ridículo.
No se si lo he dicho,
pero la Sílfides es más fea que Picio, aunque muy simpática y en
el pueblo, les deja a todos utilizar el teléfono.
Se lo conté al abuelo,
por ver si podríamos cambiar el menú durante esta semana hasta la
carrera; pero me dijo que naranjas de la china (bueno, en
realidad, me dijo que hostias en vinagre, que que se habrá creído
este mocoso, y que qué tonterías nos estaba metiendo en la cabeza
la Damiana, que como habrán deducido ya, es mi madre), que aquí
se comía lo de todos los días y que a ver que podía ser mejor que
un buen cocido para un gran esfuerzo, que las verduras de la huerta
no tenían “transénicos” de esos y que la bisabuela había
llegado a los 110.
Yo cuando se pone así,
cojo las de Villadiego, porque como se caliente mucho, no se que le
pasa a la cacha que aunque esté mi hermano, siempre me arrea a mí.
Visto lo visto, al final, por fas o por nefás, (que para los poco
introducidos en el lenguaje viene de fastos y nefastos, referido a
días propicios y no propicios), solo pude entrenar tres días y
como la competición era el día 30 ni el 28 ni el 29 pude entrenar,
con lo que me llevaban los diablos.
Llegó el día y el mamón
de mi hermano, ni zapatillas, ni hoko, ni geles ni barritas ni nada
de nada.(Me se olvidó). Yo no se si el abuelo se lo
barruntaba, porque me metió un taco de cezina en la bolsa para la
carrera, al tiempo que me recordaba que el, con uno más pequeño
tiraba de guadaña una mañana entera. (¡Qué!, ¿también os
tengo que explicar lo que es una guadaña?; pues hala, al diccionario
¡hombre!).
Comienza la carrera,mi
hermanito, me mira con cierta sorna y se pone delante, yo como un
cordero en el grupo de atrás disimulando y pegando la hebra con uno
que decía que estaba lesionado a lo que yo le dije: “pues anda que
yo”.
Cruzamos un puentecin, y
aunque no se que me daba, ¡hala!, la cezina pa dentro; a punto
estuve de escupirla, porque era casi más grande que mi boca; pero
como me había dicho el abuelo, la puse a un lado y por ahí estuvo
bailando hasta que se acomodó.
Llegamos a una zona de
charquitos y comenzamos a subir como que no quiere la cosa y las
frontales bailando a lo lejos como si fueran luciernagas; luego tras
una gran curva una especie de falso llano y yo no se que me dio, que
se me alegró el cuerpo y comencé a pasar gente sin querer.
Llegó la gran cuesta (la
madre que la parió); en mis condiciones, era para acojonarse;
pero, oye, tu, como que la cosa no iba conmigo, seguía pasando gente
y más gente; hasta que en un despiste me meto en un pequeño lago,
que a punto estuve de ahogarme (más del susto que otra cosa).
La cuestión es que llegué arriba con un grupo de tres y tras
beberme un par de copas de champan seguí camino. Yo no se si fue el
champan o la cezina, pero bajaba como un camikaze, y en menos de un
kilómetro ya le había echado mano al Sebas (mi hermano gemelo),
el pobre hombre, yo creo que se pensaba que estaba viendo visiones;
el con sus zapatillas de 130€, su cortavientos capaz de soportar un
caudal de agua de no se cuantos litros, sus barritas, sus geles (a
saber cuantos enantyum habría metido ya pal coleto); él que había
entrenado todos los días y yo con mis pantalones de deporte del
cole,las botas de ordeñar del abuelo, y solo tres días de
entrenamiento.
Yo, no es por malmeter,
pero feliz de la vida, que llegué a la plaza del pueblo como un
señor, y Sebas casi veinte minutos después diciendo que si le
habían cortado no se que cuerda.
Desde luego, esto de la
ropa, la comida, y los entrenamientos ¡no hay dios que lo entienda!.