RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

25 sept 2017

DUELO EN EL CAÑÓN




No soy muy de bares, y sin embargo, si buceo entre mis allegados me encuentro con varios familiares que en algún momento de sus vidas, han estado con una bandeja en sus manos.

Me lo contó mi abuelo Empidio Ramón, sucedió en una noche de luna llena, cuando aún estaba recién removida la tumba de Don Durruti en el imaginario de algunos de sus paisanos del Rollo de Santa Ana, mientras varios vecinos del barrio tomaban la última copa.

Allí salieron a relucir gran cantidad de personajes de la época, Santines el de las cuadras, Joselón el tratante, Morán el del aserradero, Lorenzo y los Villa (fontaneros), Peruco el gitano recién llegado al barrio, el José el mayor bebedor de la provincia, Peseto el del camión, Josano el encargado de todos los perros callejeros, Tomasín el ciego, El relojero que vivía debajo de Marujina, Valentín el de la tienda de comestibles (al lado del bar cañón), el Tan (solo en temporada de melones o de chapas), Joselín el carbonero, el cubano y Fortunato (el de la cuadra, que menudas tertulias se montaban en invierno al calor del abono); el único al que nadie ha sabido muy bien porqué llamaban “señor”. Hubo muchos más nombres y por ser una sociedad del tipo que era, también salieron varios de mujeres, pero ahí no se extendió mucho el abuelo porque los asuntos que se trataron no eran para críos según él.

El dominó, tute y chapas eran el deporte nacional por aquella época, aderezados con aquella cultural que ponía patas arriba el barrio con toda aquella gente de paso los días de partido.

Estaban todos mano sobre mano, cuando llegó Santiago (el zapatero) y uno de sus acompañantes aludió a si los de Barahona bebían más o bebían menos y ahí ya se comenzó a liar la cosa.

Tampoco ayudó mucho, la verdad, que en esos momentos llegase el repartidor de gaseosas que aprovechaba la vuelta a casa para servir el pedido y que era de Puente Castro, porque sin soltar las cajas que llevaba una al hombro y otra en la zurda, entró inmediatamente en la discusión como si le hubieran mentado a la madre.

  • Los del Rollo, somos la esencia de León, por aquí pasa el principal eje de entrada a la ciudad, si pusiésemos una aduana donde la Lupe, viviríamos todos como reyes.
  • Pues si cerramos el puente aquí no llega ni diós (dijo el otro).
  • Por eso los romanos pusieron las murallas por Barahona, para que no se acercasen los apestosos del Rollo ni los chulos de Puente Castro.
  • Oye tú. Retira...
  • Calma, calma que en mi bar no quiero jaleos. Pero ¿de qué discutís? ¿No os dais cuenta de que sois todos unos muertos de hambre?. A ver hombre, ¿alguno tiene filetes para comer hoy en su casa?.
  • Y señalando a uno en concreto, preguntó: ¿A ver tú, no decías ayer que no te daba para el alquiler?. ¿Qué se te ha perdido entonces en ser tan patriota con el rollo, tú que precisamente eres del barrio de Pinilla?.
  • Eh, tú, sin faltar que si no fuera por nosotros no pasarían por aquí más que cuatro paletos los días de mercado.

En fin, que dice el abuelo al que esos afanes territoriales nunca le parecieron saludables,  que cuando estaba a punto de coger puerta, la cosa comenzó a subir de tono y en menos de lo que se tarda en decir amén, el de las gaseosas dejó caer las cajas al suelo y antes de que pudiera soltar la primera hostia, alguno, le ensartó un navajazo en la barriga que le dejó tieso como la cecina de chivo.

Al final todos se libraron, porque eso la jurisdicción al final, no tenía tanta importancia como el pasar una temporada a la sombra con todo lo que implicaba; tenían familia y el hambre llamaba a todas las puertas; de modo que por más que lo intentó el comisario las tres noches que les tuvo a buen recaudo, no hubo manera de que ninguno cantara; así que tras una fuerte amonestación y algunos moratones de más, cada uno se fue para su casa menos el dueño del bar Cañón, que ya estaba en la suya.

23 sept 2017

Obituario







Ni media hora hace que he recibido la noticia.

PainMckingl Verstengholz Ghuztelston, ha fallecido a esa edad temprana en la que aún no se vislumbra el futuro, cuando ascendía junto a un par de amigos un conocido pico de las montañas leonesas.

Era Pain un hombre hecho a sí mismo. Tras una juventud no exenta de altas cuotas de felicidad, y cuando todo parecía indicar una vida sencilla en pareja como la de cualquiera de sus múltiples amigos, las circunstancias menos afortunadas se turnaron una tras otra para hacerle sufrir.

A veces tenía sueños “normales”, pero siempre salpicados de otros sueños que para él suponían una tortura y eran la viva imagen de todas las barreras a las que nunca quiso verse enfrentado. Incluso durante el día a menudo decaía y se convertía en la persona que nunca quiso ser.

Y sufrió, como sufren tantos millones de habitantes en este planeta tierra; entonces fue cuando redescubrió la montaña, la cual resultó ser su mejor amante, su mejor compañera y al mismo tiempo su más fiel y severa enemiga.

Pain se hizo entonces una promesa, que juró cumplir aunque le fuera en ello la vida. Dijo que más pronto que tarde, saldría del atolladero sentimental en que se encontraba inmerso. No pasaba una noche en que su mente no le trasladase al origen de sus problemas, sin embargo gracias a una serie de cambios radicales en su vida, como una nueva pareja, una nueva ciudad, un nuevo trabajo y sobre todo nuevas amistades, pudo percibir que hasta los peores momentos eran más y más llevaderos cada día.

Tuvieron que pasar unos años para que su coraza perdiera algo de aquella antigua rigidez que le impidiera alcanzar tantos objetivos. Cada vez, aunque de cuando en cuando le siguieran asaltando algunas dudas, se veía más capaz de controlarse y superar aquellos viejos muros que antaño frenaban su vida.

Hace tan solo unas horas de esa tragedia que tanto deseó. Dicen sus camaradas que en el momento de su muerte, no hubo sufrimiento alguno y que por increible que pueda parecer, una gran sonrisa de satisfacción y felicidad adornaban su cara de guerrero.

Me llamarán loco, pero yo creo que PainMckingl Verstengholz Ghuztelston, no ha muerto, sino que acaba de nacer.

¡Bienvenido a la vida Pain!








13 sept 2017

En las nubes

 

Hoy tengo ganas de escribir, pero no se qué contar. Ayer tenía varias ideas pero ya no me acuerdo de qué iva la cosa (mierda, ya estamos con las faltas de ortografía). Lo que sí que me doy cuenta es de que a veces me pongo a escribir y de pronto me quedo paralizado ante alguna palabreja y empiezo a dudar sobre si lleva ache, (¿ves lo que te digo?) si “b” o “v” o si el acento va allá o acullá.

Esta mañana tenía una necesidad imperiosa de ponerme las zapatillas y salir a correr; pues bien, tengo como doce o catorce pares y no sabía cuál ponerme, porque aún no había decidido la ruta, ni el tiempo (¿os lo podéis creer?). Me asomé a la ventana y hacía un día expléndido, majestuoso, y el monte parecía decirme “VEN”.

Cuando por fín logré decidirme le llegó el turno a la camiseta (de esas seguro que tengo más de sesenta); la que más me gustaba no iba con las zapatillas, de modo que preferí primero ponerme los pantalones, que ahí si que no había problema porque estaban todos en la lavadora menos uno. Me volví a asomar y no se veía ni una nube, de modo que me decidí por algo claro como había leído repetidamente en los manuales del corredor.

Tras la laboriosa acción de vestirme me miré al espejo y me gusté un montón, solo me faltaba decidirme entre riñonera o minimochila, porque para la media hora aproximada que pensaba estar por ahí no necesitaba mucho más.

Con los geles no suelo tener problemas porque me los regala mi amigo Cidón que es representante de una marca importante en el sector, de modo que tras amarrar un par de geles y un par de barritas energéticas ya estaba listo para la batalla.

Siempre suena el teléfono cuando lo que queremos es que no suene; no se cómo ocurre pero ocurre. Era Fulgencio que necesitaba la sierra de calar, y justo en ese momento me acordé que no había preparado las sales. Anda el hombre haciéndose un armario porque dice que los de la tienda salen por un ojo de la cara, pero no se yo... quedamos donde Mariano a las doce y media, para que me diera tiempo a salir y a ducharme.

¡Por fin!, fue abrir la puerta y darme un no se qué que me dejó todo pensativo. Me senté en el sofá porque necesitaba meditar. Para cuando quise darme cuenta ya se había pasado casi una hora y me percaté de que solo me quedaban quince minutos para lo de Fulgencio.

Encima que le llevo la máquina, el tío, no solo se cabrea, sino que dice que ya no la quiere y todo porque he llegado quince o veinte minutos tarde. Decididamente es un caprichoso de tomo y lomo.

Que le den hombre, (será caradura el tío), que le den (jeta); que les den a todos (subnormales) que por su culpa hoy me he tenido que fastidiar sin salir a correr.




3 sept 2017

T E M P U S


Estamos acostumbrados a escuchar o leer frases como estas: “El tiempo se nos escurre entre los dedos, el tiempo es oro, el tiempo todo lo cura, todo lo mortal el tiempo corta, el tiempo pasa y nunca vuelve, no malgastes tu tiempo, hay que dar tiempo al tiempo.

Algunos autores le dan otro sentido más romántico: El tiempo no es sino la corriente en la que estoy pescando (Thoreau); Mario Benedetti decía: “Cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo”; y si hablamos de relatividad, no podemos dejar de incluir al Maestro Einstein que venía a decir que el tiempo es pura ilusión.

Sea como fuere, la cuestión es que a base de insistir, han conseguido que la humanidad gire en torno al reloj, hasta el punto de que es prácticamente imposible imaginarse el mundo sin un cronómetro en la mano. Pero, si lo pensamos bien ¿es el tiempo el que se escapa a nuestro control, o es la percepción de la realidad la que nos engaña?. Evidentemente el tiempo no es igual para todos, como no lo es el vaso de cerveza o la botella con agua hasta la mitad.

Si hablamos de intensidades, el tiempo se fracciona inmediatamente y veremos un montón de altibajos en la gráfica en la que hay algo que nunca aparece, como es la capacidad de utilizar todos nuestros sentidos y facultades a lo largo de nuestra vida en cada una de esas porciones de tiempo.

En mi opinión, el tiempo está ahí para despreciarlo, sabemos que al día sucede la noche, que en verano suele hacer más calor que en invierno, pero debemos centrarnos en aquello que nos ocupa, no en el tiempo que nos lleva esa ocupación.

Todos hemos escuchado alguna vez frases del estilo: “no pienses”, “libera tu mente”, y otras por el estilo. En todas ellas está presente el tiempo de alguna forma, pues el tiempo que dedicas a pensar es un tiempo que no dedicas a actuar consciente y plenamente. Viene a ser una forma de decirnos que hay que estar concentrados en lo que estamos haciendo, no en el como, ni en el cuando.

En las competiciones, vemos demasiado a menudo deportistas que están más pendientes de los rivales, del tiempo que hace o el que amenaza o del tiempo que les queda por recorrer. Esos atletas pueden hacerlo incluso muy bien, pero lejos de los resultados que podrían alcanzar si estuvieran dentro de sí mismos y no en todas partes a la vez.

Es sencillo escribir, y no lo es tanto actuar, al menos al principio; pero con perseverancia, (que también tiene mucho que ver con el tiempo), podemos lograr cualquier cosa que nos propongamos; eso sí, siempre que nos olvidemos del tiempo y nos centremos en el objetivo.

Ahora alguien responderá: “vale, pero ¿cuál es el objetivo?.

La respuesta es evidente, centrarnos en cada instante sin pensar cuánto tiempo nos llevará alcanzar nuestras metas.