RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

1 oct 2017

ARRIEMOS BANDERAS


Hay un hecho diferencial entre tanto trapo de color que hacen parte de un colectivo, que ni lo ha elegido, ni sabe de donde ha salido; y sin embargo el significado siempre es el mismo: “YO y TU”.

Efectivamente, la principal función de cada bandera es diferenciar, ya que podría de otro modo suceder que en una guerra los pobres soldados no se atreviese a disparar contra el enemigo si lleva la misma bandera. De modo que unas y otras que por cierto en los origenes tenían diseños similares, se fueron adaptando hasta convertirse en exclusivas.

Las doscientas banderas más conocidas del planeta, se subdividen a su vez en miles y miles de insignias diferentes y cada uno de esos diseños en otros muchos dependiendo del cariño o la estupidez que cada habitante de ese pequeño grupo le tenga a su tela.

Nos han educado en el amor a la bandera, como nos han adiestrado en el amor a un dios que dependiendo de la parte del mundo de que se trate tiene su símbolo propio, y nos han aleccionado de tal modo que para la gran mayoría, cualquiera de esas figuras, se situará inevitablemente por encima de cualquier ser humano, sea cual sea su país, comunidad o paisanaje.

Con los tiempos comprobamos que fuera ya de guerras globales (global por los lugares donde caen las bombas y los civiles), las banderas son carreteras sin retorno usadas por la comunidad política para remover falsas conciencias y exclusivamente para beneficio personal.

En la mayoría de las ocasiones la pasión por “nuestra bandera” nos convierte en adictos y esa dependencia mental y física nos transforma en seres vulnerables, capaces de actuar como posesos si somos convencidos por las personas adecuadas, lo que no nos diferencia mucho de las peores sectas conocidas a lo largo de la historia.

Algunas banderas como la de Israel utilizan un símbolo religioso como es en este caso el talit, excluyendo de ese modo cualquier otro pensamiento religioso como patriótico. Sea como sea, no hay ninguna observación que hacer respecto al orgullo de haber nacido en un determinado lugar, pero cuando esa excelencia te lleva a pensar que eres diferente o te eleva por encima de los demás, lo siguiente suele ser una de las peores armas que dominan por desgracia el mundo actual, que no es otra cosa que el desprecio a los que no son como tú, a los que no piensan igual y sobre todo a los que en general tienen la manía de pensar por sí mismos.

Pertenecer a un lugar concreto, implica también características propias, que no es otra cosa que “ese peculiar temperamento” que llamamos idiosincrasia, que nunca ha sido debidamente respetado por los pueblos o mejor dicho por los gobernantes que nunca han tenido interés en la gran aportación a la humanidad que consiste en la unión de lo diferente. Pero ser distintos no evita que seamos ciudadanos del mundo, como tampoco nos da derecho a poner barreras ni a utilizar la fuerza para conquistar otras poblaciones.

Como habitantes que somos del planeta tierra; jamás deberíamos permitir que el reducido número del “divide y vencerás” supere a los del “SOLOS SOMOS INVISIBLES,   UNIDOS INVENCIBLES