Distraer: Apartar la atención de una persona, o
dicho de otro modo, robarsela (también vale para la pasta).
Curiosamente también tiene la acepción de entretenimiento que viene
a ser lo mismo, y si no que se lo pregunten a los que han caído en
las redes de los que se dedican a los triles (trileros).
En realidad y pensándolo
detenidamente, el mundo de hoy, es precisamente eso, un juego de
triles, aunque por supuesto con más de tres cubiletes, de los que
vamos a citar solamente tres: La televisión, las redes sociales y el
teléfono móvil.
Cuando alguien intenta distraer la
atención de un individuo, puede haber diferentes motivos; pudiera
ser que esa persona no tenga interés en atraer la atención de la
gente, aunque por su forma de actuar en la vida lo consiga; pero por
lo general siempre se trata o bien de quien quiere vender algo, o
bien de quien quiere convertirse en el protagonista del día, y de
eso estamos a tope, en la actualidad, solo hay que echar un vistazo
a los vídeos con más seguidores del momento para corroborarlo.
Evidentemente, el deporte no es ajeno a
estas “modas”, y cada vez vemos más adictos a contar sus retos
particulares en las redes esperando tal vez, un sinfín de “me
gusta” que les alegre el día y si no es el día entero, que por lo
menos sean unos minutos. Afortunadamente hay mucha gente a la que no
le cuesta trabajo hacer “clic” en ese famoso botón que hará las
delicias del desafortunado deportista.
Pensando en
lo que he escrito justo hace unos segundos, no puedo dejar de pensar
en el famoso perro de nuestro amigo el fisiólogo y sicólogo ruso
Iván Petróvich Pávlov, aunque hoy día la gente
saliva por eso que algunos llaman retroalimentación positiva, que no
es precisamente comida como les ocurría los perros, sino una simple
palabra, un simple “me gusta”.
El mercado debe
tener las manos en carne viva de tanto frotarse, porque hay más
carreras que calvos y más participantes que partículas de plástico
en los océanos, y esa simbiosis que en principio beneficia a todos,
termina por decantarse del lado de unos pocos, porque tras esa
cortina de satisfacción personal se esconde una gran distracción
debida a las rígidas normas, reglas y hábitos que poco a poco se
adhieren como una lapa a los participantes.
La mayor distracción
en el deporte es el cada vez más, el cada vez mejor, el cada vez más
rápido, cada vez más resistente, el cada vez más cerca del cajón,
y en algunos casos, cada vez más alto en el podio (pódium en el
lenguaje actual).
Uno se para a
pensarlo y concluye que sería muy efímera la fama si no fuera por
eso que acertadamente llaman “REDES sociales”.
Hoy la fama puede
durar tanto como seamos capaces de mantener el acontecimiento en
cualquiera de los medios que nos proporciona internet; y sinceramente
hay verdaderos especialistas en ello; aunque si fuera necesario,
siempre podemos sacar a colación un asunto de hace diez o quince
años, o aquella medalla en tal o cual torneo, el caso es seguir
vivos en las “REDES”...
Te levantas por la
mañana y tu primer pensamiento bien podría ser: “¿habrá más
comentarios?” y ahí está el peligro, porque si los hay todo va
bien, pero en caso contrario vas de bajón al trabajo quejándote de
lo injusto que es EL MUNDO EN EL QUE VIVES, y eso es un asco de vida.