De
esclavos, siervos y demás especies…
Esclavitud,
servilismo, sometimiento, dependencia, son conceptos muy próximos
que no tienen fecha de consumo preferente ni de caducidad.
El
arte del sometimiento, es tan antiguo como el mundo, tan jugoso como
el mejor de los negocios, tan suculento como el más extraordinario
de los platos y tan eficaz como el más dulce de los perfumes.
El
esclavo tiene su utilidad, pese a quien pese; y que haga todo lo que
se ordena sin rechistar; tal vez tenga algo que ver en todo ello.
Visto
como moneda de cambio; su valor ha variado con el paso de los siglos.
Hubo una época en que era tan escaso, que como individuo, el cero
era su dígito, de tal modo que vivir o morir, se encontraban en la
misma cara de la moneda. Con los avances industriales, pero sobre
todo con la abolición de la esclavitud, una nueva moralidad se
instauró por doquier; y ahora, lo que predomina son los esclavos
virtuales.
Si
en teoría, nadie es ya propiedad de nadie, en la realidad la cosa
cambia, y aunque no nos aten con cadenas ni nos azoten con un látigo;
la mayoría estamos presos de una rabiosa actualidad económica; no
en vano parece que la esclavitud va estrechamente ligada al
capitalismo, que por cierto, y dicho sea de pasada, no ha nacido hoy.
Un
tal “Santo Tomás”, afirmaba que es cosa natural que un hombre
dependa de otro; pues se origina una especie de simbiosis, que
favorece tanto al amo como al siervo. Si este es podemos decir un
argumento filosófico; hay otro de carácter político-económico que
viene a decir que “la esclavitud proporciona grandes beneficios”
y en esas estamos ahora mismo.
Las
estrategias modernas para prolongar el mantenimiento de la
servidumbre, han dado sus frutos (no
en vano la esclavitud fue un excelente aprendizaje para los
negreros) y desde luego,
nada tienen que ver con los métodos utilizados en otras épocas.
Una
de las más grandes mejoras conseguidas en los últimos lustros;
patrocinada por el propio estado, con ayuda de los grandes medios, es
la posibilidad de elegir a nuestros nuevos amos.
Hoy
día, es tritemente habitual, estar atrapado “con todas las de la
ley”; ahora que ya no hay ataduras visibles; hay campañas
imperceptibles al ojo humano, que poco a poco nos van privando de la
poca libertad que nos queda; transformándonos, de ciudadanos-basura,
a siervos del poder o lo que es lo mismo esclavos del capitalismo
moderno.