EL AMANECER
Cuando aparecen los
primeros atisbos de luz sobre la montaña, suceden cosas extrañas y
cada corredor las vive de un modo diferente, por lo general todos
agradecen poder prescindir de los frontales, pero al mismo tiempo
notan en sus piernas los efectos de los muchos kilómetros recorridos
durante toda la noche.
Al despuntar la mañana,
se comienzan a ver a la perfección las huellas, y a veces los
estragos causados por el sueño o las caídas, y al mismo tiempo, la
emoción se dispara un tanto, porque aunque para la mayoría tan solo
se ha recorrido la mitad como mucho, eso visto desde el lado
positivo, quiere decir que solo nos queda otro tanto.
Si el día amanece
agradable, con los primeros rayos de sol, los cuerpos van calentando
y despabilando el frío de la noche, que incluso en verano penetra
implacable a veces hasta los mismos huesos cuando transitan por los
picos más altos.
También los que se han
despistado agradecen la luz, porque ahora lo tienen un poco más
fácil, y en los avituallamientos, se comentan los avatares de la
noche, el frío, los despistes, los calambres, los golpes y los
bajones de moral que siempre parecen estar ahí, listos para el
ataque.
Algunos aprovechan estas
primeras claridades para apretar un poco el paso, porque no son
amigos del calor, otros sin embargo se demoran buscando lo contrario.
El cansancio se palpa, se
nota, se percibe, se ve con claridad en los rostros de los
participantes, pero aún les chispean los ojos de alegría por lo que
ya está hecho, y porque saben que el resto, si todo va bien, es
cuestión de paciencia, en ocasiones, mucha paciencia.
A estas alturas ya se
conocen los nombres de algunos de los retirados, una torcedura, un
fuerte golpe en la rodilla, el puñetero estómago o la falta
creciente de ilusión llevan a los más desfavorecidos al abandono
obligado. Alguno de ellos debería de haber realizado ese trámite
kilómetros atrás, pero son resistentes, tozudos y no dan ese paso
tan fácilmente.
El resto continuará
contando pasos, balizas, picos, subidas o bajadas y quien sabe que
sucederá de aquí a unas cuantas horas.
Suceda lo que suceda,
todos tendrán mucho que contar; los que nos quedamos en casa
mientras tanto, intentamos lo imposible, imaginarlo.