RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

23 ene 2016

SENSIBLEROS




Imagínese usted un hombre llorando en la estación, recostada la barbilla sobre el pecho, con los ojos fijos en el suelo, mientras en la ventanilla de un tren, una joven, callada, muda, melancólica y triste estalla en lágrimas y estampa sus labios contra el frío cristal al tiempo que inexplicablemente su corazón salta de alegría, para luego quedar congelado, casi muerto, pues tras la primera impresión alcanza a comprender cuán grande es la pena del hombre que ha llegado con el tiempo justo para despedirla.

Tras ese simple vistazo, una explosión de amor invade la estación; el hombre levanta el rostro lentamente, hasta que sus ojos se cruzan en una mirada ciega, fugaz pero infinita, estallando de repente, toda la pasión del mundo en sus corazones.

Algunos miran la escena con morbosa curiosidad, otros con gran pena, mientras los demás recuerdan su propio pasado dolidos con la vida, sedientos de justicia y de emociones pasadas.

El hombre sonríe con una mueca rayana a la estupidez; la mujer ni siquiera lo logra, su corazón a punto ya de partirse en pedazos implora una tregua imposible mientras ensaya una sonrisa amplia y verdadera, pero los labios y el resto de su cuerpo se niegan, aunque en sus ojos ¡lo juro!, hay un poso de alegría, tal vez de esperanza porque durante la comunicación invisible que mantiene con aquél espectro, ha constatado que ya jamás viajará sola.

El hombre por su parte, agoniza náufrago de la indecisión, al tiempo que un grito desde lo más profundo pugna por salir a la vida, dilatándose en el tiempo, mientras el tren huye con su amada...

-Pues no sé qué decir; ¿tú crees que la gente pensará esas cosas?.

-Estoy convencido Don Manuel.

-Están chalaos. Venga, vale, pero aparte del 3% me tienes que hacer otra estatua igual, pero más pequeña para la finca, que nunca se sabe lo que puede llegar a valer esto, y no te preocupes que ya te compensaré.

-Lo que usted diga Sr. Alcalde.