Día a:
Por curiosidad, me
asomo a la ventana a las ocho de la tarde, porque escucho ruidos y
aplausos en la calle, por un momento pienso que esto se ha acabado,
pero me parece muy pronto, porque solo han pasado un par de días.
Veo muchos vecinos asomados a sus ventanas aplaudiendo, no entiendo
muy bien lo que pasa hasta que al finalizar el ruido, escucho a mis
vecinas de abajo comentando que es el modo de agradecer a los
sanitarios lo que están haciendo por los enfermos.
Día b:
Vuelvo a asomarme a la
ventana a las ocho de la tarde, pero solo sale el hermano y me
pregunto si habrán caído enfermos los demás. La gente sigue
aplaudiendo.
Día c:
Me asomo como los días
anteriores, pero las chicas siguen sin salir, se añaden otros ruidos
como de instrumentos a los aplausos.
Día d:
Me ha alegrado escuchar
las voces de mis vecinas, porque por un momento pensé que estarían
enfermas, pero no, tras los aplausos vuelvo a escuchar sus voces con
sobrada potencia, instantes después una les dice a los otros: “Mirad
lo que me han enviado... esta no es una guerra cualquiera, es una
guerra moderna en la que el enemigo es invisible e indetectable al
ojo humano y tal vez con capacidad para mutar... Acojona
¿verdad?”
La verdad es que me da
que pensar eso del bichito mutante.
Día e:
Se repiten los aplausos,
aunque este día se escuchan claramente también utensilios de
cocina; me digo que cualquier instrumento es bueno para hacerse
escuchar, pero me recuerda a las caceroladas en las manifestaciones.
Una vez más se extiende la conversación entre mis tres vecinos tras
los aplausos, de modo que me sigo poniendo al día; hoy es Diego
(creo que así se llama) el que lleva la voz cantante y capto más o
menos lo siguiente: “¿sabéis? todo esto que está pasando, ya
lo habían advertido algunos hace años, es más, ya lo habíamos
vivido con anterioridad repetidas veces con el sar, la gripe aviar,
la gripe A, o el ébola por ejemplo pero esta vez ha sido el momento
elegido para hacer experimentos, para recabar datos en tiempo real
sobre el comportamiento de una civilización global que por mucho que
nos duela, parece ser el enemigo”.
Esta vez me voy a la cama
dándole vueltas a lo de los datos, pero no lo pillo muy bien. Estaré
atento mañana.
Día f:
Hoy he asistido a un
hecho bochornoso. Mis vecinos le han tirado dos naranjas a Ilma,
nuestra vecina del primero, al parecer le dio por salir justo en la
hora de los aplausos a pasear a la perrita por el parque que tenemos
enfrente y ha sido el Diego el que le ha pedido a sus hermanas algo
para tirarle a la niña, les mandó llenar un cubo de agua, pero solo
le trajeron naranjas, le tiró dos a la chavala pero afortunadamente
solo una le rozó, y una de las gemelas le detuvo alegando que ya les
quedaban pocas. Yo creo que no sabían quien era por ir embozada
hasta la nariz. Esta cría que no tendrá más de trece años, vive
sola con su madre que casi no sale de casa porque tiene un problema
raro de huesos y hay días que no se puede mover. Me ha dolido tanto
el gesto que he estado a punto de delatarme. Nunca pensé que estos
chicos que no tendrán más allá de treinta años fueran capaces de
algo parecido. Hasta hoy les tenía por unos vecinos amables y
simpáticos pero ya veo que no. Me he ido a la cama muy cabreado.
Día g:
Una vez más siguen los
aplausos, tal vez en menor número pero siguen, se suman sirenas de
la policía, y al parecer también se aplaude al ejército. Una vez
más sigue la tertulia. Ahora le toca a una de las hermanas: “Ahora
resulta que tenemos que aplaudir a las fuerzas armadas y a la policía
que hace solo unos días nos molían a palos en las manis” a
este paso vamos a tener que aplaudir a los chinos” La otra le
contestó algo así: “Bueno hija, ahora están patrullando las
calles y se juegan la vida cada día, cualquier día viene un loco de
esos que salen a la calle y les pasa con el coche por encima”.
Me he ido cabreado de
nuevo a la cama, mi cobardía o ese mismo miedo que detecto en mis
vecinas, me ha impedido criticar su proceder del día anterior.
Día h:
Hoy la conversación ha
ido de ejércitos y la voz era de una de las dos hermanas que no
logro identificar, no capté toda la conversación porque tenía el
gaznate seco; al volver de la cocina, estaba diciendo esto: “Ya
tenemos pues los dos ejércitos, por un lado la humanidad y por el
otro un bichito al que le han puesto testa real. Y ajenos a ambas
fuerzas, aparecen al menos otros tres ejércitos; los llamados
predicadores que inundan los medios con noticias a troche y moche;
los mercaderes del dolor, la desgracia e incluso de la muerte cuyo
lema comercial y de vida, es el máximo beneficio pese a quien pese;
y finalmente están los obedientes lacayos del sistema compuestos en
su mayoría por seres que en situaciones extremas, tienen la
capacidad de tomar medidas que afectan a todos sin tener muy claros
cuales van a ser los resultados”.
Me parece coherente lo
que ha dicho. Sigo cabreado.
Día i:
Una vez más mis vecinos
los salvajes han increpado a la niña, esta vez era por la mañana, y
me he asomado al escuchar las voces, la han llamado de todo “puta”
“cabrona”, quédate en casa y tira ese chucho por la taza el
váter, me he ido corriendo a la cocina he llenado un vaso de agua y
se lo he tirado de arriba hacia abajo para que no se supiera de donde
venía, porque yo estoy a su derecha; me han puesto a parir, pero
afortunadamente tengo otros tres pisos encima, y no me han pillado,
luego me he escondido y no he vuelto a salir.
Hoy me he ido contento a
la cama.
Día j:
Hoy no he salido a la
ventana.
Día k:
Hoy tampoco, mañana
saldré.
Día l:
Sin asomarme a la ventana
he estado al loro de lo que contaban los vecinos. Hoy me he reído un
rato. Resulta que una de las hermanas salió a comprar algo, a la
vuelta ya cuando estaba llegando al cuarto B (por lo visto no usa el
ascensor en estos días), se encontró con el vecino del octavo C que
bajaba también por las escaleras, por lo visto salió escopetada
hasta la calle tan rápido que se pegó un porrazo de muy señor mío.
Al rato, por lo visto volvió a subir acojonada y dolorida y al
descargar la bolsa resulta que solo le quedaban cuatro huevos sanos
de la docena que había comprado. “Para otra vez, que salga
otra, yo no salgo más” dijo.
Me lo he pasado muy bien.
Tengo que poner al día
las transcripciones que ya tengo olvidada la taquigrafía y a veces
me lío a ver si me pongo al día...