RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

22 may 2021

LA ECONOMÍA CRIMINAL

 


No le ocurre a todo el mundo, pero en ocasiones algo o alguien que nos toca la fibra de la sensibilidad, de la empatía, de la pura verdad y solo entonces somos capaces de atisbar una ínfima parte de la realidad, una miserable porción de lo que ocurre en la vida de otras personas, que a menudo pensamos que están a años luz de nuestras vidas y sin embargo pueden estar a escasos metros de nosotros.

Si profundizamos en esos sentimientos recién adquiridos, cabe la posibilidad de que lleguemos a la conclusión de que no nos merecemos la vida placentera que llevamos, y que tal vez deberíamos pasar por las penurias que pasan otros para comprender lo deshumanizado que está el planeta.

Solo unos pocos quieren guerras, pero demasiados las sufren, pocos desean la pobreza pero demasiados pasan hambre, pocos gustan del sufrimiento de los demás, pero demasiados de un modo u otro colaboramos para acrecentarlo.

Nos queda todo tan lejos, estamos tan acostumbrados a “disfrutar” de los acontecimientos a través de la pantalla rectangular, que prácticamente nos han inmunizado contra el dolor ajeno, contra las miserias del mundo; al menos mientras sigamos teniendo una vida más o menos digna, un puesto de trabajo del que a veces renegamos, una familia, un hogar por precario que sea, podremos atisbar la oportunidad de un relativo futuro .

Hay cada vez más gente en el mundo que por circunstancias ajenas a su voluntad, se ve obligada a separarse de sus seres queridos, los cálculos son imposibles, pero podemos estar hablando de más gente deambulando por “tierra de nadie” de la que actualmente hay censada en toda Francia.

En ocasiones su única opción es coger un arma y disparar sin saber ni a quién ni el porqué; otros sin tiempo para coger sus bártulos huyen del terror que se cierne sin piedad sobre su día a día. Están los que se quedan porque nunca han conocido otra cosa y malviven en casas cuyas paredes y techos han soportado los embates de bombas a veces “amigas” esperando que tal vez mañana...

Pero el mañana no es mejor que el ayer y un día sí y otro también no hay mente capaz de soportar tanta injusticia, tanta violencia y tanto sufrimiento sin sentido y hasta los que nunca pensaron irse un día deciden que quedarse significa muerte y huir se convierte en sinónimo de posibilidad.

Al final su refugio será su cárcel de la que no podrán salir por voluntad propia; un recinto custodiado por gente con armas como las que usaban quienes les echaron de sus propios países. La ausencia de libertad, el hambre, la falta de expectativas, la ausencia de salud incluso los bombardeos sufridos en algunos campos de refugiados, son los motivos por los que algunos solicitan volver a sus países en guerra. Al menos de morir que sea en casa.

Otros con “más suerte”, consiguen paso a paso, avanzar miles de kilómetros hacia Europa, saben que por lo general allí no hay guerras y las condiciones de vida en el peor de los casos serán mil veces mejores que las que conocen en estos momentos. Pero desde tiempos inmemoriales hay una cosa que llaman fronteras y en ellas, se topan con vallas persuasivas que les impiden seguir su camino, también se encuentran con gente que porta armas y su esperanza se paraliza justo a las puertas del “paraíso”. Son países que se llaman democráticos donde se supone que gobierna el pueblo, pero ellos con quien se tropiezan es con gente armada que en el mejor de los casos les conminan a volverse por donde han venido.

La mayoría ya no tiene ni deseos, ni fuerzas para desandar el camino, a estas alturas sus estómagos están tan vacíos como sus mentes; pero no están solos, tienen hijos, padres, mujeres, hermanos y solo un legítimo deseo prevalece sobre el resto: sobrevivir.