RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

12 jun 2025

LOS PICOS DE RINA

 


No busco romper barreras, sino hilvanarlas dulcemente.


No busco terminar, porque no existe el final, solo el infinito.


No busco agradar a los demás ni siquiera a mí misma.


No busco agradecimiento, porque me complace el tránsito.


No busco mejorar mis tiempos, porque el tiempo es, imprevisible e indomable.


No busco ganar a esta o a la otra porque pocas veces gana quien llega primero.


Busco SER con todas mis capacidades, mezclarme con el universo, sentir el aire en mi alma, percibir los paisajes en lo más profundo de mi ceguera; experimentar como el peso de mi cuerpo se desvanece y se mezcla con el viento, no obtener respuesta alguna de mis pensamientos. SENTIR como la nada y el todo se presentan ante mí; pero sobre todo, sincerarme con quien SOY y agradecerle a la que fui por tantas enseñanzas.


18 may 2025

ESCALADOR

 


Consideraba la fama como uno de los enemigos a batir, pues pensaba que centrarse en el reconocimiento ajeno y el éxito social entorpecía la labor y distraía del verdadero propósito.


Hoy día mucha gente busca como reconocimiento personal lo inmediato, lo que otros no puedan tener y si lo tienen que sea peor; no son capaces de pelar una castaña porque piensan que si te las dan peladas, para qué perder el tiempo; se descentran con el brillo de los medios y poco a poco van perdiendo la capacidad de reconocerse a sí mismos, al tiempo que buscan con afán ver algún reflejo propio en el “telegrama” o el “guasap” de turno.


Todo lo que vaya más allá de la satisfacción personal por lo general, es mal asunto. Dicen que fulanito no subió, que lo hizo con oxígeno... a un verdadero escalador eso le trae sin cuidado, es decir, al pairo.


Lo decía un conocido deportista, si se quieren dopar, allá ellos, pero a mí que me dejen tranquilo con mis cosas.


La rivalidad tan extendida y sobre todo tan vendida en el deporte, ha sido un enorme palo en la rueda para los que realmente disfrutan de este sano estilo de vida, porque rompió todas las reglas de privacidad conocidas. Siendo casi imposible a partir de ese momento, hacer cumbre sin que un enjambre de medios esté ojo avizor por si hay que documentar alguna catástrofe.


En la actualidad, el que intenta hacer algo por si mismo y sobre todo por sus propios medios, casi es vilipendiado por no compartir sus actos con el “gran público”. Es el gran hermano inmiscuyéndose en la vida del autentico escalador, ese que no quiere publicidad y que no hace lo que hace para verse retratado.


Existe una caterva de personas que se creen aspirantes a escaladores, cuando lo que hacen en realidad es aspirar a formar parte de un muestrario colectivo donde exhibir sus “triunfos”, apellidos y que nunca falte la foto, para así aumentar el ejército de datos en la computadora mundial, la que no refleja personas ni sentimientos, sino números y cifras.


La vida no nos obliga a firmar ningún contrato publicitario, bien es cierto que se necesita una cantidad de dinero para enfrentar ciertos retos, pero algunos lo consiguen por sus propios medios, haciendo trabajos aquí o allá sin caer en la tentación de tratar de vivir del deporte mientras duren las noticias. “Intentaron muchas veces llevarme a la majada con el resto de ovejas, pero yo era consciente de que nadie quiere una oveja negra, de modo que seguí mi camino sin pensar en ello y sobre todo, sin escuchar las advertencias del pastor”.


Los únicos logros verdaderos, son los que consigues por tí mismo, eso implica rechazar a veces consejos y ayudas, porque tu destino, nunca está en llegar, sino en transitar. El final solo existe en la mente de los débiles, de modo que aunque me siguen criticando, yo sigo escalando.


3 abr 2025

A N T O N I O

 


Eramos unas seis personas alrededor de la mesa, en mi caso era la primera vez que asistía a una degustación de este tipo, donde un afamado cocinero nos serviría diferentes platos esperando una valoración por nuestra parte. El primer plato no debía de estar muy allá, porque no lo recuerdo muy bien, el segundo era un gran plato plano y colorido con unos trocitos de carne del tamaño de una goma de borrar de las cuadradas (Milan-430), con algo que tampoco pude definir y un pequeño pegote de pasta marrón junto a una pizca de especias cubriéndolo todo.

El impacto fue brutal, un sabor infinito, una especie de salirme de mí mismo como en un viaje astral, algo así como “no existe nada salvo esto que estoy sintiendo ahora mismo”; todo en ese instante era perfecto. Nunca pensé que se pudiera sentir algo así solo con probar un bocado.

No era la primera vez que me ocurría, ya había experimentado algo parecido corriendo por el monte, un desaparecer TODO de golpe; un estado próximo a lo que alguien denominaría felicidad, incluso éxtasis; sentir el contacto con la tierra en cada pisada, el aire entrar en los pulmones con fruición, el olor de los árboles, la hierba y todo el entorno.

Por desgracia somos animales de costumbres, y la educación que recibimos desde niños, está a años luz de una simple meditación, o del conocimiento de uno mismo; todo gira en torno a ciertas expectativas que se nos proponen como idóneas para una vida mejor que pasan por una serie de logros que cumplir obligatoriamente a lo largo de la vida y que nos desvían del camino verdadero.

Antonio; bueno, en realidad es Antoine (de Saint Exupery), escribió un librito que para muchos se hizo más famoso por sus dibujos que por su contenido, su título “El Principito”.

En algún pasaje del mismo, nos cuenta como un astrónomo da una conferencia vestido con una chilaba tradicional de su país sobre el descubrimiento de un planeta sin que nadie le haga caso; años después el mismo hombre con chaqueta y corbata, volvió a dar la charla y todo el mundo aceptó su descubrimiento sin rechistar. En otro pasaje nos regala estas líneas que transcribo: <Si les dices a las personas mayores: "He visto una hermosa casa de ladrillos rosados, con geranios en las ventanas y palomas en el techo..." no logran imaginarse esa casa. Hay que decirles: "He visto una casa que vale cien mil francos." Entonces exclaman: "¡Qué hermosa!".

Somos seres mediocres, porque basamos nuestra existencia en acumular cosas materiales a veces de utilidad exclusivamente visual, cuyo beneficio suele ser unos instantes de placer frente a toda una vida.

Si nuestro hijo desea ser mecánico porque le encanta, tratamos de que sea abogado o arquitecto; le intentaremos explicar que un mecánico tiene todo el día las manos manchadas de grasa, que tiene que ponerse un mono en vez de un traje y una corbata amén de los beneficios. Todo ello, porque la sociedad ha hecho una división muy interesada y clasista, donde unos dicen ser la élite frente al reto que seríamos la purrela. Luego como tantas cosas en la vida le das la vuelta a la tortilla y resulta que el juez tiene que arreglar una avería en su caldera de gasóleo, quiere hacer una instalación eléctrica o desea hacerse una vivienda en el pueblo y se queja porque dice que le quieren sacar un ojo de la cara.

Buscamos desesperadamente la aprobación de los demás y no nos damos el visto bueno a nosotros mismo, no nos aceptamos ni nos valoramos en su justa medida convirtiéndonos en fáciles sujetos de uso y abuso. La curiosidad, la amistad y la aceptación nos diría “Antonio”, son valores a la baja en una sociedad que invierte más en hacer guerras que en valores intrínsecos y naturales de cada persona. Por eso la amistad deviene en un acto egoísta desapareciendo incluso los más fuertes vínculos familiares para hacernos dependientes de “otros valores”, que emanan fundamentalmente de medios e instituciones que si bien no son menos esclavos que el resto de la sociedad, si son más culpables.

<El principito prosiguió su viaje, pensando: “Las personas mayores son realmente extrañas.”>...