RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

2 nov 2020

HERMES

 

Hoy celebración de los santos que fueron y los que no; es el momento de escribir cuatro letras sobre una leyenda con nombre de planeta a la cual algunos emparentaron con antiguos dioses egipcios, aunque también helenos, griegos y latinos. De él se decía que llegó para enseñarnos la sabiduría de lo eterno, pero sobre todo como el gran conductor de almas.

Se le atribuye al “TRES VECES GRANDE”, la famosa “Tabla Esmeralda”, además de una colección de veinticuatro textos sagrados (tal vez fueran cuarenta o más) escritos en griego, que tratan de la naturaleza de lo divino, de la belleza del bien y de la verdad verdadera.

De toda su obra, tal vez lo que más halla llegado hasta nuestros tiempos para el común de los mortales sean sus preceptos y entre ellos dos son seguramente los más conocidos.

1.- Lo que está más abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo. Actúan para cumplir los prodigios del Uno.

2.- Usa tu mente por completo y sube de la Tierra al Cielo, y, luego, nuevamente desciende a la Tierra y combina los poderes de lo que está arriba y lo que está abajo. Así ganarás gloria en el mundo entero, y la oscuridad saldrá de ti de una vez.

De toda su obra me encantaría rescatar el “Libro de los Alimentos o de las Respiraciones”, porque intuyo que en lo que comemos y en lo que respiramos se encuentra la esencia de la vida.

Mientras algunos sueñan con volar, otros sueñan con que todos alcancemos el mundo de los iluminados por sus enseñanzas para convertirnos en seres superiores, capaces de alcanzar la sabiduría del alma, entender la dificultad de lo sencillo y sobre todo asumir que no somos diferentes los unos de los otros, sino la misma cosa, la misma esencia; la misma parte del conjunto de elementos que conforman todo el universo conocido y desconocido.

Sueñan con que una vez alcanzado ese nivel de consciencia, dejemos de pelearnos entre nosotros por un puñado más de riqueza, puesto que habría dejado de existir en nuestra nueva cultura el “tu” y el “yo”; ya no habría diferentes colores de piel a nuestros ojos, no habría diferentes bellezas ni diferentes cualidades, porque habríamos comprendido la esencia de la vida que no sería otra cosa que una gran humildad contenida en una pequeña dosis de sabiduría; o como se ha citado más arriba, el descubrimiento de que la belleza estaría escondida en el bien y una vez alcanzada esa gran verdad; el mundo se convertiría de pronto en la morada perfecta para todos, o lo que es lo mismo, para el UNO.