RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

19 nov 2023

MONSIEUR ROND POINT

 

En el pueblo le llamaban Saturio el rápido; ya con su primera bicicleta (la de su padre), todo era competición hasta para ir a la vecera; de modo que cuando le tocaba el turno a mitad de camino se las piraba pedaleando y en vez de ir por detrás iba por delante, con lo que siempre se le desperdigaba a alguna vaca o algún caballo y tenía que volver de nuevo en su búsqueda hasta que reunía por fin el ganado de todos los vecinos. Muchos en el pueblo porfiaban que lo hacía a posta porque así se pasaba más tiempo en la bici.

Pasados unos años se las agenció para hacerse con una Derbi Antorcha de 49cc que estaba más para chatarra que para funcionar; pero era tanta la ilusión del Saturio que tras dos meses de ponerse de grasa hasta las cejas, la hizo funcionar y aquello fue el acabose porque hasta las siestas perdonaba y por donde pasaba amén del ruido que metía por tener roto el tubo de escape , dejaba tal olor a gasolina que hasta he leído por ahí que justo en esa localidad se hizo el primer negocio con esas famosas mascarillas que más tarde se utilizarían en todo el mundo para “tapar bocas”.

Con sus primeras pesetas, encargó unas piezas de las que solo recuerdo el pistón consiguiendo alcanzar 20kms más por hora con lo que si ya había peligro antes imagínense ustedes ahora que casi aparecía antes la moto que el sonido.

Afortunadamente o desgraciadamente según de que lado se mire, tuvo el Saturio ¿la mala fortuna? de empotrarse una madrugada contra la vaca del Evilasio que salía desde pequeña a beber todas las noches al abrevadero ella solita y tras calmar la sed se volvía para la cuadra como si fuera un paisano de dos patas.

Poco quedó de la moto tras el impacto, suerte que la máquina pasó bajo las patas de la res y el avezado conductor se estampó contra la tripa; vamos que le vino dios a ver, aunque según el Evilasio desde entonces la vaca ya no salió más a abrevar por las noches y leche, la justa.

No pasaron ni tres meses cuando apareció un forastero por el pueblo con un cochazo rojo brillante que llamaba la atención hasta de los que solo sabían de rebuznos y no de palabras. Casualidad de casualidades, el primero con el que se topó el forastero, ¿adivinan ustedes quien fue?; evidentemente, nuestro amigo Saturio el rápido que tuvo la suerte de darse un paseo en el buga que le debió de saber a teta.

Pasado un año ya tenía nuestro protagonista su cacharro de cuatro ruedas; un ciento veinticuatro de color teja que uno del pueblo de al lado había estampado contra un chopo. De modo que volvió la grasa, volvieron los ruidos, los rugidos y hasta los gritos de la señora Pura que yo creo que no pudo volver a dormir una siesta en paz hasta que el rapaz se apuntó a eso de las carreras. Cada vez que había competición, era fiesta y delirio general y de tan excitado como andaba el personal, muchos al final tampoco pudieron conciliar el sueño.

Este próximo mes de abril cumple el piloto los ochenta y nueve del ala; estamos ya en tiempos de rotondas, glorietas y demás inventos ajenos al interés general y por supuesto no hay nadie que se atreva a chistar a nuestro vecino que las coge ahora con su “be eme uve”, siempre por el carril interior como si toda la pista fuera suya pegando sustos un día sí y otro también. Lo cierto es que no es el único que piensa que por ir más deprisa tiene más derecho que el resto, o que está en la creencia de no sentirse culpable porque los demás sean lentos; el caso es que hasta ayer si eran de cuarenta las cogía a noventa y si el cartel marcaba noventa el pasaba a ciento cincuenta.

No hace ni media hora que lo acabamos de enterrar; por lo visto se quedó en los bajos de uno de esos lentos; un camión de no se cuantos ejes que dejó el “be eme uve” espachurrado al tiempo que daba fin a la historia del rápido de Fardón de la Cueta; en el pueblo las opiniones son diversas, pero la mayor parte afirma que tentó tanto al azar, que al final se puede decir que tuvo suerte y vivió en realidad setenta años de más.

A saber que diría Saturio al respecto.