RINCÓN POR RINCÓN: LEÓN

RINCÓN POR RINCÓN:  LEÓN
La catedrál y al fondo montes nevados

16 ene 2024

Las Analectas

 

“El Maestro Zeng dijo: «Cuando se honra a los muertos y se mantiene viva la memoria de los antepasados remotos, la virtud de un pueblo se halla en su plenitud».”

Mucho tenemos que aprender de los antiguos; no tienen que ser precisamente personajes ilustres; un campesino cualquiera de no hace tanto, (aún quedan algunos) nos podría enseñar mucho de la vida y por supuesto de la muerte que ya es un acto puramente comercial, que forma parte junto con los últimos periodos en la vida del ser humano de una economía descarnada en la que las personas forman parte de un balance contable, y arrojadas al debe o al haber según convenga a las finanzas.

Poca virtud le queda ya a los pueblos; nuestros políticos por un lado y ciertas instituciones a veces en la sombra por el otro, se han ocupado desde hace décadas o tal vez siglos de moldear las costumbres de las naciones a su antojo de modo que si cae alguna moneda siempre lo haga por el lado donde ellos ponen el saco.

Estamos ya habituados aunque la gran parte de la ciudadanía lo ignore o no quiera saberlo, a que empresas multinacionales que tienen entre sus clientes tanto a otras empresas, como a los propios gobiernos hagan y deshagan a nivel comercial con tratados que tal vez sea por casualidad; siempre les benefician, al tiempo que por supuesto perjudican al resto. Pues bien, ese resto somos nosotros, los ciudadanos del mundo sometidos al embudo de la globalización que tanto provecho nos debería haber aportado.

Lo mismo aparcan con sus bártulos en países subdesarrollados, como en los más ricos, pues para ellos las naciones son como el gocho; ese animal del que todo se aprovecha. De ese modo tienen la capacidad a causa del miserable sometimiento de los gobernantes de aplicar sus propias normas, evitando leyes y constituciones, como quien se quita un pelo de la chaqueta.

Lo de las emociones y los sentimientos hacia los seres humanos es contraproducente en esos ámbitos; de modo que si tienen que echar de su vivienda a unos ancianos que quedarán irremisiblemente en la calle, no lo dudan y si tienen que arruinar a un país entero para meter sus garras en aquellos sectores que generen beneficios, por supuesto que no lo dudan en absoluto, pues la contabilidad es lo primero y si no hay reparto de beneficios no mola.

Para llegar a la consecución de sus objetivos, no dudan en comprar a quien sea necesario, y tan bien lo han hecho, que han convertido la política en un estercolero más grande aún del que ya había. Aparecen entonces las famosas puertas giratorias que con el tiempo y el consentimiento de los gobernantes de turno funciona en ambos sentidos; de ese modo podemos contemplar como habitual que por ejemplo un alto cargo de la industria armamentística, sea nombrado ministro de defensa, circunstancia que aprovechará para beneficiar a la empresa de donde provenía, y al finalizar su mandato volverá con un mejor sueldo aún a su antiguo puesto o si lo hubiere a uno mejor.

Por citarlo más veces no se convertirá en una verdad absoluta; pero verdad es al fin y al cabo; me refiero a todos esos organismos, que comienzan con “organización” por ejemplo la organización de las naciones unidas, la organización mundial del comercio o de la salud; o bien otras como la fao, el fmi, la cee, el mercado común, banco central o mundial y una multitud de siglas que despistan y que a veces dan la impresión de no pertenecer al negocio privado, cuyos fines parecen encaminados a resolver los problemas del mundo, cuando en realidad los agravan.

Tal vez exagero, pero a poco que observemos las acciones de organismos como la onu, la fao, o el fmi podremos sin duda aseverar que no nos interesan lo más mínimo, ya que la paz ni se la ve ni se la espera, lo mismo que la erradicación del hambre o de la pobreza. Al contrario, cada vez tenemos más guerras que se pasan a esos organismos por el forro; más muertos por falta de alimento y más familias sin lo mínimo para llegar a mitad de mes. Por lo tanto, sin duda alguna estaríamos mucho mejor invirtiendo en empresas ciertamente con menos abogados, menos competitivas y cero globalistas, pero de calado local sobre las que tendríamos al menos cierta capacidad de control